Tras una excelsa primera parte y una segunda más floja, el Real Valladolid empata ante el Almería. Los pucelanos generaron ocasiones para ganar ampliamente a los de Alcaraz 

Minuto 93 y medio. Sureda Cuenca se lleva el silbato a su boca y decreta el final del partido. En ese momento Alberto Bueno, Óscar González, Javi Guerra, Nauzet Alemán y Víctor Pérez se caen al suelo. Lo hacen agotados físicamente pero terminan en el terreno de juego del Almería e incluso, en el área del cancerbero Esteban. Este hecho viene a reflejar el ímpetu que han demostrado los futbolistas de Djukic para llevarse los tres puntos en juego.

El Real Valladolid terminaba el encuentro con un solo punto y se podía calificar como injusto. Los locales habían tenido más posesión de balón. Lógicamente a través de ese mayor dominio del esférico se había presionado más el área rival para generar más ocasiones. Lo negativo es que no se había tenido esa pizca de suerte que lleva un balón al palo o que hace que un disparo franco roce el cuerpo del rival y el esférico se marche a las nubes. Una vez más volvió a faltar suerte en momentos clave, tiempo en el que los pucelanos deben manejar mucho mejor los nervios.

Ulloa aprovecha la mini pájara 

En porcentajes generales y resumen total el Real Valladolid fue mejor, sí, pero no aprovechó sus momentos. Por el contrario, el Almería sí se benefició e hizo vital una mini pájara blanquivioleta en los primeros diez minutos de segunda parte. Los de Djukic saltaron fríos a la reanudación y los de Alcaraz no perdonaron.

Esteban y Soriano generaron un golazo en tres toques que Ulloa materializó para llevar miedo y desconfianza a las gradas pucelanas. En el momento del vigésimo primer gol del pichichi de la categoría los más de 10.000 pucelanos congregados en Zorrilla se acordaron del partido ante el Celta y del bajón pucelano tras el tanto del empate. Esta vez no se repitió porque los locales se hicieron, de nuevo, con el dominio del balón y encerraron a los andaluces en su área.

El efecto refresco de Nauzet

Si el Pucela no cayó en la fuerza durante la segunda parte fue por dos motivos. El primero porque este grupo es fuerte y aprende de los errores. Ante el Celta hubo uno que hizo madurar y aprender al equipo. La segunda razón por la que no hubo tendencia negativa del equipo fue por Nauzet Alemán. El extremo canario entró por tercera vez en la temporada como suplente durante la segunda parte.

Como ya ocurriera en los duelos ante el Deportivo de la Coruña y ante el Xerez, el efecto de refresco del canario fue básico para el Pucela. Sólo faltaba el gol, algo que se escapó en dos acciones con las que el ‘7’ podía haber conseguido dos puntos para un equipo que aprendió bien la lección ante el Celta y no hincó la rodilla pese a saltar frio tras el descanso y vivir momentos de miedo a perder.

Miedo al ‘síndrome Almería’ 

Si en un tiempo alguien relacionado con el club blanquivioleta crea una enciclopedia o guía del Real Valladolid no podrá dejar pasar el que se podría calificar el ‘síndrome Almería’. Dicho síntoma consiste en que el Pucela juega unos primeros 45 minutos de grandes quilates ante los almerienses pero deja todo el esfuerzo en nada con unos segundos 45 minutos pobres.

Pasó en la temporada 2006/2007, la del meteórico ascenso, cuando los de Mendilíbar tras un 0-2 en el minuto 44, terminaron perdiendo por 3-2. Peor fue aún cuando el 15 de febrero de 2009, en Primera división, el equipo blanquivioleta se vio remontado un 0-2 por el Almería de Hugo Sánchez. En ambos encuentros, el Real Valladolid jugó unos primeros 45 minutos de gran calidad pero se relajó en la segunda parte hasta quedarse sin bote. Esta vez no fue así y el bajón en el juego pucelano fue tan sólo de unos minutos, tiempo que aprovechó Ulloa pero que no terminó en la desesperación de las otras dos veces donde el síndrome llegó a ser patológico.