20 de abril del 12. Hola, agoreros, ¿Cómo estáis? 

¿Os sorprende qué os escriba? 

Tantas críticas en normal. 

Pues es que estaba aquí tras el partido 

me había puesto a recordar, 

me entraron los recuerdos 

y os tenía que hablar.

¿Recordáis aquella noche en el estadio José Zorrilla, 

las críticas que hacíais todos juntos? 

Hoy no queda casi nadie de aquellos, 

y los que hay 

se han escondido, se han escondido, sí. 

(...)

Como 20 de abril que es se podría parafrasear a ‘Celtas Cortos’ toda la canción. Ellos se la cantaban a una chica pero en este caso se podría extrapolar a aquellos que dejaron de creer en este vestuario tras perder ante el Celta de Vigo. Aquel día muchos dieron el ascenso directo imposible pero los de Djukic no lo quisieron ver así. Con buen fútbol, casta y confianza en el trabajo hecho, seguirían ganado y así ha sido. 

Ante el Villarreal B los blanquivioleta han sacado vitola de ganador y han roto la buena racha amarilla para seguir con la suya, que alcanza ya las cinco victorias consecutivas. El pleno de 15 de 15 deja a los de Paco Herrera a cinco puntos. Es cierto que los celtiñas están con un partido y 30 minutos menos, pero la confianza en sí mismos de los segundos clasificados no permite que se dude de ellos ni una milésima. Quién lo haga, allá con su conciencia.

Pólvora mojada 

La primera parte del partido tuvo un dueño absoluto: el Real Valladolid. Desde el minuto cuatro en el que Javi Guerra marraba una de esas ocasiones que él nunca suele perdonar, los visitantes se hicieron con el monopolio del partido. Lo hicieron a base de fútbol, largas posesiones y ocasiones clarísimas de gol. Dos oportunidades claras de Óscar González, una más de Javi Guerra y otra de Alberto Bueno eran el bagaje de hasta el minuto 43. 

Al borde del descanso, y cuando el partido parecía que llegaría con empate sin goles, Guerra rompía la igualada. Lo hacía en una jugada embarullada y sin aparente peligro que la fortuna decantaba para los pucelanos. El despeje de un defensa golpeaba al malagueño y llegaba el gol. De esta forma los pucelanos veían recompensadas todas las ocasiones perdonadas y se marchaban a vestuarios con ventaja. Corta para el fútbol desplegado pero superioridad en el marcador, al fin y al cabo. 

Somos Valladolid 

Era importante marcharse con ventaja en el marcador, por pequeña que fuera, y hacerlo en un tramo psicológico le daba mayor trascendencia al decimoquinto tanto del ‘9’. Con el gol en el bolsillo el Real Valladolid salía con otra idea al terreno de juego. Lo hacía a esperar el empuje inicial del Villarreal B e intentar salir a la contra con la velocidad de las bandas. 

El planteamiento no salía como Djukic quería y debía dar entrada a cambios. La marcha de Bueno por Sisi ofrecía, teóricamente, más velocidad al cambio de ritmo, pero no. El albaceteño se mostraba lento y espeso en el último cuarto de campo. La poca aportación del ‘21’ en la casi media hora de juego resultaba vital para el sufrimiento final. A eso había que sumar la marca férrea que durante la segunda parte se la hacía a Óscar. El charro vivía con un futbolista amarillo en las cercanías tanto en movimientos ofensivos como en defensivos. 

El marcaje al que se vio sometido el canalizador de juego ofensivo pucelano evitaba mayor posesión y peligro a la contra. Eso sí, nada restaba para que hubiera algún coletazo en unos segundos 45 minutos sin grandes ocasiones en una portería o en otra. Finalmente no hubo sorpresas y el equipo hacía bueno no, buenísimo el tanto de Guerra. Lo hace bueno hasta el límite de dormir a cinco puntos de su máximo perseguidor y provocar, que como dice la ‘canción’ de ‘celtas Cortos’, aquellos que dejaron de confiar “se sigan escondiendo”.  

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