El 1 de febrero del año 2004 el Real Madrid llegaba al estadio José Zorrilla con todo. Cuando uno dice todo se refiere a toda la dinamita existente porque los merengues formaron en el once con Iker Casillas, Michel Salgado, David Beckham, Raúl González, Luis Figo, Zinedine Zidane o Ronaldo, entre otros. El por aquel entonces líder la categoría visitaba el estadio del décimo clasificado (finalmente el proyecto de Fernando Vázquez terminaba en Segunda división) con la vista puesta en un jugador rival, el ‘11’ blanquivioleta, Óscar González.

Los de Carlos Queiroz llegaban con la lección bien aprendida y sabían, que sin Ariza Makukula, el peligro del equipo vallisoletano era un joven futbolista de tan sólo 21 años. Sin el delantero portugués el Pucela perdía fuelle pero ganaba en protagonista para una de las grandes revelaciones del equipo esa temporada, el media punta salmantino. El canterano pucelano llegaba al partido tras anotar dos goles en La Rosaleda y hacer el mejor gol de su carrera deportiva. Aquel tanto al conjunto de Juande Ramos no fue suficiente en su hambre y ante el líder quería más. Quiso tanto que anotó dos goles y se convirtió en el mejor jugador del partido en un día en que el actual canalizador de juego del Real Valladolid dio un golpe en la mesa y una confirmación de que su futuro sería grande.

Gol de ‘9’ 

El primer tanto que Óscar anotaba aquella tarde fue de verdadero cazagoles. El remate a un toque y dentro del área demostraba el instinto depredador que el futbolista poseía por aquel momento. Jorge Valdano, que vio el partido desde la grada, siempre ha dicho que “el fútbol es un estado de ánimo” y Óscar le dio la razón en el césped. Su primer gol es de unas características poco propicias para sus condiciones pero aquella temporada el charro estaba en estado de gracia, tanto como casi lo está ahora y sus apariciones eran gol.

Goles dentro del área del canterano han sido poco frecuentes, al primer toque menos aún, pero cuando el ahora '10’ está en racha no se le escapa nada. Aquella primera parte ante el Real Madrid no se le escapó nada como tampoco se le está marchando esta campaña.

A la contra, antes, ahora y siempre 

Antes del descanso el pucelano quiso dejar un regalo más al poderoso Real Madrid de los galácticos. A la contra, como a él le gusta, Óscar González llevó el 2-0 al marcador del estadio blanquivioleta. Su remate de cabeza, anticipándose a Iván Helguera, significada un jarro de agua fría para los de Queiroz que se iban al descanso dos goles por debajo.

El técnico portugués y los suyos vivían en primera persona la explosión final de un jugador que aquella tarde pasaba a ser un futbolista hecho y derecho, que no abandonaría la élite del fútbol español hasta que, por convencimiento y corazón, regresó el año pasado al equipo de su juventud y al club al que está guiando con goles tan importantes como el del pasado sábado al ascenso de categoría. 

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