Hoy a las 12:00 la sala de prensa del José Zorrilla estaba llena, es más, la salida de esta estaba con gente que no podía entrar para ver como Alberto Marcos, ilustre jugador y capitán del Real Valladolid se despedía de la que había sido, y será siempre, su casa durante las últimas 15 temporadas.

Hace escasas dos semanas, sus dos grandes amigos, José Antonio García Calvo y Carlos Suárez hacían oficial que el ‘3’ no seguía en la disciplina violeta. El club había decidido que era momento de poner punto y final a la historia del histórico lateral zurdo como jugador blanquivioleta. Tras 15 temporadas vistiendo el blanco y el violeta y después de 471 encuentros portando el escudo del Real Valladolid, Marcos se marcha “con la cabeza bien alta y con el corazón lleno”. El sabe, y bien que lo hace, que ha dado todo por el Real Valladolid, que nunca pudo dar más de lo que dio, y que en todos estos años se ha ganado el respeto de todo el que se ha dedicado al fútbol o lo ha seguido. Marcos es un jugador respetuoso, señor en el terreno de juego y que nunca pone una mala cara aun compañero o entrenador, siempre ha estado para ayudar y para hacer progresar al Pucela. Se marcha un profesional como la copa de un pino, un futbolista con letras mayúsculas que pese a dejar su equipo seguirá haciendo lo que más le gusta, jugar el fútbol, en el equipo de su gran amigo Onésimo Sánchez, la Sociedad Deportiva Huesca.

Se marcha un jugador con sangre blanquivioleta, un profesional del fútbol que ejercerá en el José Zorrilla en breve, seguramente tras su periplo por el club altoaragonés. Su puesto estará por definir, lo que si que está seguro son su amor y su cariño por el club, por la ciudad y por todos y cada uno de los aficionados que seguro estarán el día que visite el José Zorrilla con el Huesca o en su partido homenaje.