El equipo blanquivioleta pierde dos puntos en la recta final del partido tras mostrar poca confianza en si mismo. Los goles de Óscar y Nauzet se quedan en un sólo punto

Los problemas psicológicos que muestra el Real Valladolid son graves y dignos de estudio de algún especialista. Los de Abel Resino necesitan una victoria para que la mejoría evidente del juego se vea reflejada pero los nervios y las imprecisiones vuelven a evitar tres puntos de mucho valor. Por tercera vez consecutiva el Pucela cierra un partido mereciendo más premio del obtenido

Todo empezaba bien. Óscar a los ocho minutos anotaba el 1-0 y se estrenaba esta temporada. La jugada de banda a banda viene a demostrar el juego que Abel Resino quiere llevar en el Real Valladolid. Un estilo muy de banda y extremos que no termina de dar frutos de resultados pero si de juego. Pese a no conseguir la victoria el cambio de entrenador ha producido una mejora en el juego del equipo. Una evidente mejoría que no se termina de demostrar, entre otras muchas cosas ya que los jugadores de Resino doblegan y ceden el empate a los pocos minutos de adelantarse, y ante el Tenerife otra vez. A los dos minutos del gol de Óscar, Nino empataba el encuentro. De estar todo bien y placido se pasaba al miedo y el recuerdo de la visita del Numancia. El gol de Nino venía de un fallo en cadena del Real Valladolid que sigue pagando muy caros los errores, esta vez el error claro fue de Justo Villar que evidenció su mayor punto negativo: los balones laterales que le sobrepasan y llegan al segundo palo.

Pese al tanto visitante eran los blanquivioletas los que llevaban el peso del partido y el dominio del balón. Eran los locales puesto que los visitantes demostraban su puesto en la Liga adelante. El juego y, sobre todo, las sensaciones de juego y apatía de los chicharreros son muy alarmantes y demuestran una tendencia negativa de la que será difícil que salgan porque a diferencia del Real Valladolid, no transmiten nada.

Nauzet se anima para amargar a ‘su’ rival
El Real Valladolid quería algo más, demostraba un poco más que el rival en el entusiasmo de hacerse con los tres puntos. Jugaba por banda e intentaba volver a batir a Sergio Aragoneses, y lo consiguió en el minuto 25 con juego del destino. ¿Quién podía desear más un gol al Club Deportivo Tenerife? Muy sencillo, Nauzet Alemán. El canario, canterano del eterno rival del Tenerife, anotaba un tremendo gol de falta directa que se colaba por la escuadra derecha. Un tanto merecido pero que con el paso de los minutos sería más propio puesto que con el transcurso del encuentro el Real Valladolid se iba encontrando más cómodo, más seguro y más confiado. Todo positivo pero sin tener los tres puntos. Los de Abel poseían una ventaja escasa que necesitaba de mucha concentración y exigencia mental, algo de lo que este Real Valladolid carece en los últimos meses.

Otra vez la misma historia
Cuando una historia, negativa, se produce tantas veces es que hay algo que mirar, de ahí la necesidad de un psicólogo para esta plantilla. Pero ojo, de mejor calidad que el del año pasado dado que los resultados del mismo fueron evidentes. Se necesita un especialista porque por tercera vez se producen el mismo error: falta de conocimiento para manejar una renta o un resultado positivo. El nerviosismo blanquivioleta es tan patente que el partido se rompe en los últimos minutos, momento en que se necesita mayor autocontrol. Ocurrió ante el Numancia en el José Zorrilla, pasó en El Arcángel ante el Córdoba y ha pasado ante el Tenerife. Un Real Valladolid que dominaba el encuentro y, que por momentos, se gustaba, concede una jugada de estrategia, en este caso falta, que mal defendida significa un ‘injusto’ resultado (empate) que deja con cara de tontos a todos. Misma historia de las tres últimas jornadas pero que viene precedida de un mejor guión. Un aceptable y progresivo nudo con un mal desenlace.