El Real Valladolid obtiene un punto importante en su visita al Carlos Belmonte. El oficio que ha obtenido el equipo básico para hacer bueno el gol de Álvaro Antón

Abel Resino lo avisaba en la rueda de prensa previa al encuentro. El entrenador toledano afirmaba que existían jugadores que no estaban preparados para competir en tres partidos durante una sola semana. Con la afirmación se preveían cambios que fueron muchos menos a la hora del partido. El cuerpo técnico del Real Valladolid optó por poblar el centro del campo para combatir el esquema poco escalonado del Albacete

“Esta pesadilla ya la he vivido, y hace poco”. El miedo ante el comienzo del partido era palpable. Un inicio poco intenso del Real Valladolid y, ante todo, el gol de Antonio Calle, a la salida de un saque de esquina, hacía recordar partidos como el de Tarragona o Alcorcón. Hasta el minuto siete los fantasmas del peor Pucela de los últimos tiempos planearon sobre el Carlos Belmonte. Eso sí, con el marcador adverso los blanquivioleta empezaban el encuentro. Los futbolistas de Abel Resino iban con retraso pero con otras sensaciones. Si este encuentro hubiera sido hace un mes el partido hubiera estado perdido pero éste equipo ha recuperado el alma y la confianza.

Los jugadores de Abel demostraban ese cambio radical desde ‘su’ primer minuto de juego. Nada más sacar de centro de campo Nauzet avisaba a Keylor Navas de que el buen estado físico del equipo era evidente. Desde el primer momento en que el Real Valladolid se puso el mono de trabajo fue el dueño y señor del partido

El regreso del ‘gafe de la portería’
Los segundos 45 minutos comenzaban de una forma trágica. El gafe que el Real Valladolid padece en su portería durante esta temporada vivía un nuevo episodio con la lesión de Jacobo. El canterano blanquivioleta se veía obligado a dejar el terreno de juego para dar entrada a Javi Jiménez. Pese al contratiempo que tenía Abel al perder una de las permutas, los visitantes seguían manejando el encuentro y el gol del empate era cuestión de tiempo. Concretamente de siete, momento en que una jugada embarullada terminaba en el definitivo empate a uno.

En el minuto 62 Álvaro Antón conseguía su primer gol en Liga, segundo de la temporada, y el marcador hacía justicia al juego de ambos equipos. Un gol tempranero del Albacete lastraba a un Real Valladolid que había hecho ocasiones para empatar. El Pucela llevaba las tablas al marcador merced a una ocasión con hasta tres remates de jugadores vestidos de rojo.

La inercia del equipo vivió un frenazo
Este nuevo Real Valladolid se está gestando gracias al coraje y esfuerzo de la plantilla. La personalidad del grupo produjo el empate y hacía creer en la remontada hasta que Juanito fue el elegido para ser expulsado en el encuentro. La nueva tarjeta roja, cuarta en cinco partidos, minaba al equipo. Con ello Abel Resino, sabedor de la importancia del punto, movía el banquillo con la entrada de Marc Valiente.

La inercia del partido, hasta la expulsión del veterano central, era muy positiva para los intereses del Real Valladolid. Con la inferioridad numérica esta tendencia vivía un frenazo y el plan blanquivioleta variaba para mantener el empate. Asegurar el punto y buscar el contragolpe eran las premisas que los jugadores blanquivioletas consiguieron en un ejemplo de que este equipo se ha asentado en la categoría. Más vale tarde que nunca.