El Real Valladolid pierde una opción de lujo de certificar los ‘play-off’ tras realizar un partido muy flojo. Los de Abel Resino se fueron de Huesca sin tirar entre los tres palos

Muchos entrenadores dicen que cuando algo funciona bien no hay que tocarlo. En esos muchos no se encuentra el cuerpo técnico actual del Real Valladolid. El grupo de trabajo liderado por Abel Resino decidió quitar de la titularidad a Óscar González para formar una línea de ataque formada por Nauzet, Sisi y Jofre. La sorpresa de dejar al ‘24’ fuera era palpable. Nadie lo entendía y pocos veían un por qué. Con el partido en juego se apreció que el error era grave y que había que buscar una solución. Una rectificación que no llegó y que provocó que el equipo blanquivioleta se juegue todo a una carta, en el José Zorrilla y ante el Alcorcón

“Fútbol es fútbol”, dice siempre Abel Resino, y es verdad. El fútbol es el fútbol y de simple tiene para un rato largo. Para ganar hay que marcar, para marcar hay que lanzar a puerta y para lanzar a puerta se debe llegar a campo rival. Algo tan sencillo como esto no lo tuvo nada claro el Real Valladolid en ‘El Alcoráz’. Los futbolistas blanquivioleta no llegaron a campo rival, no tiraron a puerta en los 90 minutos y por lo tanto no marcaron un sólo gol. El equipo de un motivado Onésimo sí que jugó, sí que tiró a puerta y sí que marco. La diferencia de un fútbol, no excelso pero si claro, y la de un equipo sin ideas ni rumbo en un partido en que el que se jugaba la vida no dio la talla.

El Real Valladolid no mostró el nivel mínimo exigible para un equipo de su situación en ningún momento del partido. Desde el pitido inicial el equipo se mostraba descolocado y desubicado. Sisi no encontraba su sitio y no fijaba el juego entre líneas rápido para el que había sido alineado. El albaceteño no era el único perdido del bando visitante. Fabio Faria fue el calco del mal Real Valladolid que se vio en tierras aragonesas. El central portugués, que Abel reconvirtió en lateral, vivió un calvario en la banda: no doblaba, no conseguía centrar y mucho menos se hacía con el juego vertical de Jokin Esparza.

Imprecisión pucelana, gol rival
En una de estas jugadas por banda derecha llegó el gol del Huesca o, mejor dicho, el enésimo fallo en cadena del Real Valladolid. El balón de Esparza en la banda derecha no lo consiguió robar el portugués. El balón suelto le cayó al navarro otra vez, que buscó el centro y las cosquillas al Pucela. El balón medido cayó en la cabeza de Camacho que picándolo lo introdujo en las mallas de Javi Jiménez.

Eso de que la pelota fue directa a la cabeza del jugador azulgrana es una forma de no querer buscar el fallo en el Real Valladolid. El centro fue bueno, pero mejor gracias al escaso entendimiento entre Pedro López y Javi Jiménez. El lateral valenciano no cerró y el cancerbero riojano no salió. Entre uno y otro, Camacho se encontró el balón y no tuvo otro remedio que introducirlo en la red. El ya típico “mételo tú, que a mi me da la risa” se está convirtiendo en un clásico de los rivales del Pucela. Lo fue el Tenerife con Nino, lo fue el Alcorcón con Quini y lo volvió a ser con el Huesca.

Los nervios se convierten en imprecisiones
El fallo que produjo el gol fue un ejemplo del estado de nervios que vive el club blanquivioleta desde el partido en tierras tinerfeñas. La “ansiedad” a la que aducía Abel Resino a su llegada al banquillo blanquivioleta está viviendo una segunda parte desde la derrota en el ‘Heliodoro Rodríguez López’. Desde aquel día el equipo está falto de ideas y lo hace en el peor momento. En el tramo en que el equipo parecía más seguro y convencido de poder hacer buena su dinámica, pierde fuelle.

Los de Abel pierden gran parte de esa inercia que les llevó de rozar el descenso a casi tocar el ascenso. Pese a todo, tendrán una nueva oportunidad. Ésta vez en el José Zorrilla, ante un equipo que no se juega nada clasificatorio. Pero claro, el Huesca tampoco y el Real Valladolid no fue capaz de robarle un punto sobre el césped.