El miedo puede con el Pucela en los últimos metros

 · Rubio y Valiente sorprendidos ante la facilidad del 1-0 (NorteCastilla) ·
Tercera derrota consecutiva del Real Valladolid por una primera parte sin el nivel de otros encuentros. Las pocas variantes del equipo evitan la lucha por un empate en el tramo final 

Al Real Valladolid le costó entrar en el partido y lo hizo con un abultado marcador en contra 
El tanto de Alberto Bueno redujo distancias pero no aumentó en exceso las posibilidades 
El partido terminó en el campo del Atlético de Madrid pero sin llegar al área de Courtois 

El Pucela saltaba al Vicente Calderón tarde. En concreto lo hacía 45 minutos después de que lo hiciera el rival y con un abultado resultado que remontar. El 2-0 de los de Simeone parecía una diferencia muy abultada que Alberto Bueno reducía para llevar ilusión y creencia al espectador pero no al terreno de juego. Tras el 2-1 al Pucela le seguía costado generar jugadas porque los futbolistas parecían no creer en el empate.

Los cambios tampoco ayudaban para la heroica porque el reducido números de jugadores con los que cuenta el equipo, lo provoca. El paso de los minutos transcurría y pese a lo cerca que parecía estar el empate, la realidad era muy distinta. El segundo tanto pucelano no llegaba porque el equipo casi no lo podía buscar. El balón seguía siendo pucelano pero la presencia en área muy escasa. Así, y con las botas puestas, los blanquivioleta suman su tercera derrota consecutiva para quedarse con los seis puntos de las dos jornadas iniciales.

Un islote llamado Javi Guerra
El ejemplo de la mala primera parte pucelana y por la que Miroslav Djukic siente “vergüenza” es Javi Guerra. El malagueño es siempre la referencia ofensiva del Real Valladolid pero en el Calderón era algo más. El delantero se convertía en un islote muy alejado de la fase de construcción del equipo. Óscar González no enlazaba por él por la necesidad de tener que bajar a la salida de balón.

El retaso de la posición del salmantino dejaba a Javi Guerra muy aislado y sin posibilidad de hacerse con el balón. Así, y por ello, el bagaje del jugador era tan pobre en los primeros 45 minutos. Tras el tanto del empate el sistema de juego parecía cambiar. A la hora de buscar enlazar con el punta los balones eran largos para la búsqueda de la segunda jugada y ahí entraba Manucho. La corpulencia del angoleño parecía vital para la heroica pucelana, pero tampoco. El ex del Manchester tenía los mismos problemas del malagueño: falta de enlaces y de balones en buenas condiciones.

Y Muñiz Fernández
A los problemas pucelanos para enlazar con el último cuarto de campo hay que añadir las trabas puestas por el colegiado del partido, Muñiz Fernández. El asturiano siguió, una vez más, con los obstáculos al Real Valladolid y al fútbol. En un partido sin excesivos problemas el colegiado se señalaba como protagonista al cargar a los visitantes con cinco cartulinas en los primeros 45 minutos.

El esperpéntico arbitraje de Muñiz no terminaba en el descanso, ni mucho menos. En la segunda parte, además de no señalar un penalti claro en cada área, expulsaba a Miroslav Djukic. Un arbitraje penoso y molestos pero al nivel de Muñiz en las últimas temporadas y en el comienzo de esta campaña con encuentros como el disputado entre Osasuna y Fútbol Club Barcelona.

Pese a las fieles trabas del colegiado, el Real Valladolid es el único culpable de la tercera derrota consecutiva. La siesta de las 18 horas y el miedo y falta de creencia para la búsqueda del empate dejan el casillero en seis puntos pese a que la personalidad del equipo le obliga a morir siempre en la orilla.

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