Álvaro Vivar es otro de esos aficionados del Real Valladolid que pudo vivir un día mágico hace hoy cinco años. Junto a unos amigos se marchó a Tenerife para vivir el partido del ascenso pero eso no fue el mejor recuerdo. El aficionado blanquivioleta tuvo la oportunidad de disfrutar de la fiesta de después del partido y ahí vivió momento inolvidables. Recuerdos que cuenta y recuerda a la perfección.

“Si ves las fotos del Norte de Castilla verás que salgo detrás de Carlos Suárez haciendo la conga en el hotel”. La primera afirmación de Álvaro viene a demostrar lo que vivió y sintió aquel día. El viaje para él fue distinto ya que tuvo la oportunidad de estar antes y después del partido en el hotel de los jugadores. Algo único y al alcance “de los pocos que pudimos estar en la fiesta del equipo”.

Desde primera hora del día estuvo con los jugadores “haciéndonos fotos” de un día histórico en el que recuerda que le tuvo que pedir colonia a Iñaki Bea. “Nuestro olor tras todo el día no era bueno. Le dijimos que nos diera un poco de colonia y nos dejó su neceser”. Después de que el central le dejara parte de sus pertenencias llegó el momento “inolvidable” del viaje, la fiesta.

Un ascenso de la afición

En el hotel hubo momentos indescriptibles e inolvidables pero para Álvaro hubo un detalle con el que él se queda: “Al final del partido recuerdo estar cantando con los jugadores y ver que ellos estaban entregados con nosotros”. El gesto con el que más se quedó el aficionado es una demostración más de que aquel vestuario, inigualable para muchos, quería dedicar el ascenso a todos aquellos aficionados que habían estado sufriendo durante dos largas temporadas.

Ese equipo, que tantas alegrías dio generó aquel año una confianza inigualable. Para Álvaro no fue menos y recuerda que “ibas con la confianza de ganar siempre”. Es más, para él “el equipo había entrado en una dinámica ganadora que hizo que estuviéramos convencidísimos de que se ascendía en Tenerife”. Y sí, llevaba razón porque el equipo ascendió allí y lo hizo a lo grande. Pero Álvaro no recuerda tanto lo futbolístico de aquel viaje y sí la inigualable fiesta.

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