Poco o nada tiene que ver Fabio Coentrão con el Real Valladolid. El magnífico jugador portugués, en sí, no tiene nada que ver con la institución pucelana, pero lo que si se puede aplicar es la situación que vivió la temporada pasada en el Real Zaragoza y lo que es ahora. El cambio entre lo que el portugués vivió en el periodo de cesión en Zaragoza, ganado, por otra parte, a pulso con sus actuaciones, y el momento de su carrera que está disfrutando el jugador del Benfica, con convocatoria para el Mundial y oferta del Real Madrid incluida, en estos momentos, se diferencia tanto como la noche y el día.

Coentrão llegó a Zaragoza cedido por el Benfica en el comienzo del mes de junio de 2008. El equipo dirigido por Marcelino preparaba la temporada que debía resultar del retorno a Primera división y se hizo con el préstamo del talentoso extremo dentro de la venta de Pablo Aimar al equipo lisboeta. Coentrão venía avalado por unas grandes actuaciones en diversos equipos de la Liga Sagres, y también por la disputa de torneos con las categorías inferiores del combinado nacional luso. Era un éxito seguro, poseía desborde, manejo de las dos piernas y algo muy importante en una cesión: juventud y ganas de demostrar que su equipo, el Benfica, un conjunto de importancia mundial, tenía un buen futbolista en sus filas. Necesitaba foguearse y madurar en un estilo de vida distinto, una cambio que pasaba por cambiar de país y hacerlo en solitario porque toda su familia se quedaba en Lisboa a la espera del regreso del futbolista. Todo estos cambios le vinieron desde un principio grandes al jugador, en ningún momento se sintió arropado ni integrado en el vestuario, el idioma y las pocas ganas de mejorar su español no ayudaron a entender el código interno del club, el cual era tajante en las salidas nocturnas que el jugador no respetó. Coentrão fue ‘cazado’ en dos/tres ocasiones a altas horas de la madrugada por la noche zaragozana algo que le valió la cruz del cuerpo técnico. Tal fue la visión de Marcelino y los suyos del luso que estuvo en Zaragoza para disputar tan sólo 11 minutos de un partido ante el Alavés, en el cual ni se apreció ni se esperó que el futbolista demostrara la calidad que todo sabían que atesoraba.

Con la necesidad de jugar, y con el ansia de olvidar el traumático paso por Zaragoza se marchó de regreso al Benfica rompiendo su contrato de cesión. Al llegar al club luso el entonces entrenador, Quique Sánchez Flores, le comunicó que no contaba con el por lo que se le buscó otra cesión. Esta vez el club elegido fue el Rio Ave, el mismo club que le vio nacer y en el cual estuvo desde el año 2004 hasta el 2007. En el club de su infancia, en el equipo de su ciudad Coentrão volvió a ser el que era. Se pudo volver a ver el jugador desequilibrante que muchos habían visto y del que muchos se habían enamorado. El juego de Fabio sirvió, por un lado, para que Rio Ave consiguiera la permanencia en la Primera división portuguesa, y por otro, para que el extremo se ganara la confianza del nuevo cuerpo técnico del Benfica, liderado por Jorge Jesús, y formara parte del nuevo proyecto en el que ha sido pieza clave para la consecución de su 32ª Liga Sagres.

Narrada y contada la historia de Fabio Coentrão en el último año y medio, casi dos años, se puede ver el ejemplo de algunos jugadores del Real Valladolid. Algunos futbolistas del equipo blanquivioleta han sido más famosos esta temporada por sus salidas nocturnas por Valladolid y alrededores que por sus éxitos deportivos, al igual que Coentrão en su periplo por España. Pero con la salvedad, hasta el momento, de que el portugués recibió una segunda oportunidad por parte de su equipo, el Benfica, y de su afición. Es verdad que muchos jugadores no merecen el perdón de la afición del José Zorrilla, pero todo el mundo se merece una segunda oportunidad y más si estos jugadores son patrimonio del club, como es el caso de muchos jugadores a los que la afición, con motivos de peso, no quiere indultar, pero que finalmente presos de su amor por lo colores harán, porque esto será positivo para el club y para el futuro de la institución.