El Real Valladolid sorprende y contrata a Antonio Gómez, un joven preparador madrileño que procede del Liverpool Reservas. La llegada del entrenador de 37 años se produce por un año de duración y con el doble objetivo de formar un buen bloque y conseguir el ascenso a Primera División.

La contratación de Antonio Gómez ha sido una sorpresa para todos, para periodistas, compañeros de profesión y por supuesto para la afición, siendo esta última la que más recelo tiene a este entrenador de 37 años. Este miedo viene producido porque el presidente Carlos Suárez aseguró, en un primer momento, que quien llegara al Real Valladolid sería, con casi toda seguridad, un entrenador experimentado y conocedor de la Segunda división, pero finalmente se decantó por Gómez, un preparador joven, con ilusión, con sobrados conocimientos para hacerse con un vestuario profesional sin olvidar algo que debe, y será básico en el nuevo Pucela, la cantera.

Este blog no es distinto de otras bitácoras blanquivioletas, y ni mucho menos de los medios de comunicación del entrono blanquivioleta, por ello, el juicio de valor que podemos hacer sobre Antonio Gómez es limitado, casi nulo. Su currículo es corto, su paso por los medios de comunicación intrascendente, pero en el día en que se ha dado a conocer para todos los aficionados blanquivioletas ha convencido. Algo complicado pero que el ex del Liverpool ha conseguido con tan sólo unos minutos. En la jornada en que Antonio Gómez se ha presentado en la sala de prensa de Real Valladolid se ha percibido seguridad en lo que se afirmaba, claridad de ideas, todo esto hasta el punto de que se puede asegurar que el nuevo entrenador del Real Valladolid ha convencido, al menos, a este humilde blog, en la exposición de lo que ha expuesto, de lo que ha afirmado, pero sobre todo en la forma en lo que lo ha hecho. Ahora sólo queda dejarle trabajar tanto a él como a su equipo de trabajo, porque puede que le falte experiencia en un banquillo profesional, pero esa falta es la misma que tenía Pep Guardiola cuando se hizo con el banquillo del Fútbol Club Barcelona en 2009 o Quique Sánchez Flores cuando tomó las riendas del Getafe en la temporada 2004. La experiencia es un grado, si, pero sólo uno.