Hace unos días la Federación de Camerún de fútbol hizo oficial (a falta de aprobación de presupuesto) la contratación de Javier Clemente como nuevo seleccionador. ‘El rubio de Baracaldo’ y ‘los leones indomables’ firman un contrato que les unirás durante dos años, tiempo en el que tendrá como colofón final disputar la Copa de África de 2012, que se disputará entre Gabón y Guinea Ecuatorial.

Lo cierto es que Javier Clemente no era un entrenador que gozara de mi agrado, más bien tenía un concepto de él de chulo y arrogante, pero en tan sólo ocho jornadas en el Real Valladolid esa idea cambió. Tras luchar por salvar al Real Valladolid de un descenso que había merecido por la decisión de prescindir de Mendilibar y dar la alternativa a Onésimo, Clemente pasó a merecerse ser apoyado por mi en todas y cada una de sus decisiones. En el poco más de mes y medio que Clemente estuvo en el José Zorrilla descubrí un entrenador afable, gracioso pero sobre todo, y lo más necesario, seguro en sus decisiones y consciente de cómo llevar un equipo y hacerlo bien. Para esto se necesita experiencia e ilusión y el vasco posee de ambas. Tiene experiencia porque su edad se la otorga, pero lo más curioso es que pese a llevar más de 30 años en los banquillos su ilusión por empezar un proyecto es como la de un joven. Clemente tiene en el proyecto que hoy ha confirmado Camerún la misma ilusión que Antonio Gómez posee en el del Real Valladolid, y eso con 60 años es algo que sólo tiene un enamorado del fútbol.

Desearía suerte a Clemente, pero no lo haré porque sé que su idea es que “la suerte para la lotería” y porque estoy convencido que lo hará bien porque es un gran entrenador y mejor persona, pese a lo que un sector de periodistas de España quieran contar, o en este caso mentir.