Análisis del Nastic (ValladolidDeporte)

En unos instantes en que el Real Valladolid vive una mala situación se enfrenta a un rival que vive una peor, como ya ocurriera la semana pasada con el enfrentamiento ante el Tenerife. Esta vez el rival es el Gimnástic de Tarragona, último clasificado de la Liga adelante. El club tarraconense vive unas circunstancias institucionales malas, tan desfavorables que dejarían al club terminal de confirmarse un descenso a Segunda B que hasta el momento parece inevitable.

Hay algunos sectores tarraconenses que aseguran que los malos momentos del equipo no son de ahora, proceden de cuando el equipo ascendió a la máxima categoría del fútbol español (temporada 2006/2007). Aquel año el club hizo una serie de esfuerzos que aún lastra. Fichas altas, contratos largos y desembolsos muy por encima de las posibilidades del equipo han provocado que en estos momentos los fichajes sean por debajo del nivel esperado. Con todo esto se podría decir que la situación clasificatoria del equipo no sorprende, duele pero era de esperar. La afición lo sabía y el club lo intuía, por ello, la institución decidió aumentar el contrato del entrenador Luis César Sampedro.

El entrenador gallego tiene un buen cartel en la ciudad, es querido. El hecho de ser quien les llevó a la gloria de la Primera tras más de 50 años le ha dado, justamente, una etiqueta histórica. La directiva le dejó en el puesto pese a ser recelos por los resultados de la anterior campaña. Consiguió el objetivo de la salvación pero sin la solvencia esperada. Pese a ello, se le prorrogó el contrato para evitar mayores críticas del aficionado. Hubo continuidad en el banquillo pero no en el vestuario. El equipo vivió un repentino cambio de jugadores para dar un bajón de calidad. Se marcharon futbolistas del nivel y peso de Jose Mari, Redondo, Roberto o Campano. En su lugar llegaron jugadores semi-desconocidos como Seoane, Powell o Juan Domínguez o futbolistas en sus últimos coletazos profesionales como Ludovic Delporte. Un cambio a la baja que no ha tardado en demostrarse en derrotas y mal juego.

La plantilla no era de nivel. Se sabía en verano y se demostró al comienzo de la temporada. Como siempre el proyecto se corta por la parte fácil y la más económica, el entrenador. El 6 de diciembre, tras perder con el Villarreal B, Luis César fue destituido de su cargo. En el lugar del gallego llegaba Juan Carlos Oliva. El entrenador catalán, ex de Salamanca o Alavés, llegó con el objetivo de enderezar el rumbo y dejar al equipo en una buena posición para encarar el mercado invernal y buscar un revulsivo en forma de fichajes. Llegó con mucha ilusión pero el primer día recibió una bofetada difícil de superar. Su debut en el estadio de Los Cármenes no pudo ser peor y fue derrotado por 6-1. Después empató ante el Recreativo de Huelva y el pasado fin de semana perdió en casa del todopoderoso Real Betis. Un punto de nueve que deja al equipo último clasificado y con unas cifras muy pobres: 13 puntos de 54 posibles, con tan sólo dos victorias y 13 goles a favor. Datos de descenso que no han mejorado con el cambio de entrenador, y es que a veces el problema no es el entrenador, son los mimbres y más si estos están psicológicamente hundidos por la mala racha cosechada. Malos tiempos en Pucela, pero peores en Tarragona y como dice el refranero español: “mal de muchos, consuelos de…”.

Imagen de 'web oficial Nastic'

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