Los resultados de la jornada del sábado no favorecían en nada al Real Valladolid. Las victorias de Girona y Cartagena hacían vitales los tres puntos para poder seguir aspirando al ‘play-off’. El equipo sabía que se la jugaba y desde el primero momento salió a por el partido. Barragán y Sisi, por banda derecha, llevaban el peligro de equipo visitante que, además de llevar el peso, generaba las ocasiones. Los acercamientos del equipo blanquivioleta no eran muy peligrosos pero la sensación de peligro era palpable.

Y cuando mejor estaba jugando el Real Valladolid, el colegiado echó una mano. En el minuto 20 de partido fue expulsado, de forma muy rigurosa, Héctor Yuste. La entrada del centrocampista del Salamanca era muy dura pero quizás no merecedora de la tarjeta roja. La inferioridad que tuvo que afrontar el Salamanca no animó al Pucela, casi al revés. Los jugadores de Abel Resino bajaron una marcha para llegar al descanso con un 0-0 que se podría calificar como justo. El Real Valladolid llevaba el peso del encuentro, sí, también generaba las mejores ocasiones pero sin llegar a acosar a Biel Rivas.

Óscar muestra el camino y el fin

Desde el momento en que se puso en juego el balón en la segunda parte se apreció que el devenir del partido sería otro. El Real Valladolid tenía más profundidad y rompía con facilidad las dos líneas defensivas que había creado Pepe Murcia. El gol era cuestión de tiempo. En concreto fueron cinco minutos, tiempo que tardó Óscar González en definir magistralmente una gran jugada colectiva.

Con el 0-1 en el marcador el partido se terminó. El Salamanca bajó los brazos y el Real Valladolid se vino arriba. Tras el tercer gol de Óscar los visitantes comenzaron a desplegar un gran fútbol. La tranquilidad del marcador y de jugar ante un equipo roto ayudaba pero la calidad había que ponerla, y para eso estaba Óscar González. El ex de Olympiakos destapó el tarro de las esencias y se hizo con el control del terreno de juego. Marcó el primer gol, participó, activamente, en el segundo y comenzó la jugada del tercer tanto, el segundo de Javi Guerra en el partido y el decimonoveno de la temporada.

Abel, por fin, puede rotar

El partido era tan placentero que Abel Resino se pudo permitir el lujo de hacer lo que llevaba queriendo hacer desde hace mes y medio: dar descanso a Javi Guerra. El jugador malagueño había anotado dos goles por lo que se podía decir que había cumplido su función. El ex del Levante salió del terreno de juego para dar entrada a Bacari. Mientras, Nafti, recuperador incansable de balones durante todo el partido, dejaba su sitio a Matabuena. Los dos cambios era de un mismo perfil y con mismo objetivo.

Las ‘rotaciones’ no bajaron el nivel del equipo. Los jugadores que saltaron al terreno de juego dieron más y mostraron una competitividad muy necesaria en un equipo. El mejor ejemplo de que el Pucela siguió buscando aumentar la cifra es que los dos últimos goles los realizaron dos futbolistas suplentes. Jofre, tras rechazo provocado por Óscar, y Bacari, tras magistral, asistencia de ‘24’, finiquitaban una goleada de ensueño que aumenta las posibilidades de jugar el ‘play-off’ pero, sobre todo, el ego de un equipo que le costaba ganar fuera y que en un derbi regional ha goleado practicando un gran fútbol.

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