La leyenda del Pisuerga
Curioso. Francamente curioso. Ahora resultan extrañamente ciertos aquellos famosos versos de José de Espronceda. No requeriría de prácticamente ningún arreglo para que se adaptase milimétricamente a la situación actual del Real Valladolid.

Y es que la nave de bandera blanquivioleta surca el océano de Segunda División a una velocidad de vértigo, conquistando puertos ajenos y haciendo del José Zorrilla un fortín meramente inexpugnable para los rivales. Quien le iba a decir a la parroquia pucelana que tras las primeras jornadas con Abel Resino capitaneando el barco vallisoletano, estarían asentados tranquilamente en zona de play-offs tras haber llegado, incluso, a hundirse y a coquetear con los puestos condenatorios a Segunda División B.

Por suerte, en el caso del Valladolid, tras la tempestad vino la ansiada calma y el objetivo de los play-offs ya se comienza a divisar en la lejanía. Pero, si se es realista, al comienzo de esta ilusionante expedición, emprendida allá por septiembre, acabar el curso simplemente en puestos de promoción hubiera sido un completo fracaso, una amarga derrota para un equipo hecho para ascender directamente, sin necesidad de batallar a vida o muerte con algunos de los mejores combatientes de la categoría de plata.

El caso es que ahora, mientras navegamos por aguas relativamente tranquilas, Valladolid entera, desde Parquesol hasta Delicias, se ha permitido el lujo de soñar. Quizás no lleguemos a ascender esta temporada o tal vez este posible ascenso no sea igual de brillante como lo fue el del Pucela de Mendilíbar, pero el capitán Abel y sus marineros están consiguiendo que lentamente nos olvidemos de la frustrante temporada pasada y nos están permitiendo ilusionarnos de nuevo con el Real Valladolid. Motivos para ello tenemos y de sobra.

“... Con cien cañones por banda...”

Uno de esos estímulos, quizás el principal, reside en que tenemos a uno de los mejores artilleros del lugar. Su nombre es Javi Guerra y es tan admirado por el José Zorrilla como temido por los rivales. Su cañón diestro y su remate de cabeza es lo que mantiene al Real Valladolid en la pelea, sus goles han sido tan necesarios para los blanquivioletas como el agua para un sediento. Además el malagueño nunca falla a la cita, cuando el buque pucelano parece hundirse, él siempre acude al rescate y ahora se antoja aún más imprescindible, cuando se acercan los play–offs, las aspiraciones de los de Abel pasarán porque Javi Guerra tenga los cañones bien engrasados y apunto para disparar.

Otra de las razones por las que el público de Zorrilla puede permitirse el lujo de soñar con el ascenso es gracias a un mero grumete recién iniciado en el fútbol profesional. Es tocayo del anterior, otro Javi, pero en este caso se apellida Jiménez y su posición está debajo de los palos. Poco a poco, partido tras partido, parada tras parada, se ha ido ganando el cariño de la grada y el reconocimiento de su capitán, el antiguo guardameta del Atlético, Abel Resino. Los rumores sitúan a Javi Jiménez en otro estadio al año que viene, ya que, de momento, su renovación todavía no ha llegado a fructificar, él quiere quedarse y los pucelanos quieren que se quede, veremos si cuando comience una nueva expedición el logroñés continúa o no en la disciplina blanquivioleta.

Y el último de los motivos, pero no por ello el menos importante, reside en toda la tripulación del barco. Nauzet, Barragán, Sisi, Baraja, Juanito, Jordi y una larga lista de etcéteras, todos y cada uno de los marineros que han luchado por salvaguardar los intereses del Real Valladolid. Algunos huyeron cuando las cosas marchaban mal, otros directamente se borraron cuando el barco navegaba entre grandes tempestades, los que quedan ahora son los más valientes, los que soportaron críticas, los que hicieron caso omiso a los silbidos y los que lucharon por superarse. Si ahora estamos donde estamos no es únicamente por Javi Guerra y por Javi Jiménez, es, también en gran medida, gracias a ellos.

Por todo esto, Pucela entera, de norte a sur y de este a oeste, está ilusionada, pero aún queda lo más complicado del viaje. Por eso, solo me queda decir que mentalícense para sufrir y...

¡Arriad las velas ahora que el viento sopla con furia! Estamos preparados para terminar la travesía y llevar a buen puerto el buque de bandera blanca y violeta, estamos preparados para ascender, para regresar un año después de cruzar el infierno. Contened la respiración, liberad tensiones y dejad que el corazón lata desbocado... Que surque los mares 'La Leyenda del Pisuerga', aquel viejo barco que nos hizo tan felices allá por el 2008. Ojalá que este año se repita la historia.