"Y al tercer amistoso se convenció". Así se podría calificar el partido del Real Valladolid ante el Rayo Vallecano. Se puede calificar de forma global porque otra vez Miroslav Djukic dispuso dos onces radicalmente opuestos en cada una de las dos partes en las que los blanquivioleta compitieron ante el equipo madrileño.

Primeros 45 minutos de un equipo muy rodado
Djukic dispuso en Medina del Campo para los primeros 45 minutos un once que puede ser considerado como titular. Hasta nueve de los once futbolistas que jugaron en la primera parte habían sido futbolistas que disputaron el partido el último partido del Pucela la temporada pasada. Con todo esto, dicho once fue: Jaime Jiménez, en la portería. La teórica defensa titular la formaron Barragán, Juanito, Marc Valiente y Carlos Peña. El doble pivote y la responsabilidad del juego recaían en Mehdi Nafti y Álvaro Rubio. La línea de tres media puntas como de costumbre la formaban Sisi, Óscar y Jofre. La punta de ataque y la responsabilidad del gol volvían a ser para Dani ‘Torito’ Aquino.

Este primer once demostraba tener mucho rodaje y mucha compenetración en el juego. El estilo de este equipo de la primera parte era el de tener el balón, realizar posesiones largas y presionar de forma asfixiante al rival. Con esta idea el primer Pucela terminó empatando su partido a un tanto. Comenzó perdiendo, tras un regalo infantil de Antonio Barragán, pero pronto se recuperó y volvió a dominar el encuentro. Este Pucela fue el dominador del partido en muchos momentos del encuentro pero también estuvo a merced del juego del bando madrileño cuando Piti manejó el juego.

En el tiempo en que los futbolistas de Djukic dominaban el esférico y la posesión se vio buen fútbol en el bando local. Transiciones rápidas, movimientos constantes de la línea de tres media puntas y una referencia móvil con Aquino que daba una salida rápida al equipo. La idea y el estilo tuvieron su recompensa en el minuto 44. Cerca del final de la primera parte Jofre anotaba el empate gracias a una asistencia de Óscar González.

Con este tanto, el segundo del extremo catalán en la pretemporada, el Pucela veía recompensado su fútbol.

Victoria de un equipo con posibilidades
La segunda parte, como bien era sabido desde un principio, contaría con once jugadores radicalmente opuestos al de los primeros 45 minutos. Con estos Salcedo defendería la portería blanquivioleta. La defensa improvisada era para Felipe, Jesús Rueda, Fran No y Jordi. El triple pivote, que formó Djukic en el 4-3-3, lo formaban Razak, jugador ghanés a prueba en el club, Jorge Alonso y Víctor Pérez. La línea de ataque pasaba a ser para Marquitos, Alberto Bueno y Javi Guerra.

Este once que se creó para los segundos 45 minutos era un equipo muy diferente al de la primera parte. Tanto en juego como en estilo uno y otro tenían muy poco que ver. Para los segundos 45 minutos los cambios ostensibles eran el rodaje y el gol. Los once futbolistas de este equipo no habían competido juntos. Algunos, como es el caso de Razak, no conocía a varios de sus compañeros y se convertía en un problema. Por el contrario, este nuevo equipo poseía mucho más gol. La entrada de Jorge Alonso, Alberto Bueno y, sobre todo, la de Javi Guerra hacían al Pucela mucho más peligroso.

Tal fue este peligrosidad que este equipo ‘B’ ganó su parcial al imponerse por 2-1. Pese a que Delibasic adelantó a los madrileños, un golazo antológico de Alberto Bueno y otro tanto de Javi Guerra dieron la victoria al Real Valladolid.

Esta victoria no es más que la demostración de esas buenas sensaciones que el Real Valladolid ha dejado con gotas sueltas en los dos partidos anteriores. Ganar a un ‘Primera’ es importante pero mucho más si se hace con señas de identidad propias y buen juego. De todo lo destacable del encuentro lo más positivo no es la victoria ni los goles, lo más positivo es que Djukic ha encontrado un once y que los teóricos suplentes aportan cuando se les da la oportunidad de hacerlo.

Imagen de 'Norte de Castilla'