Abro un periódico y me sorprendo al leer determinados matices sobre la derrota del Real Valladolid en Murcia. Hablo con amigos sobre la situación del equipo y tildan el partido ante el Celta de Vigo como “final”. Y sinceramente, no entiendo nada. Por un momento parece que me he quedado en coma durante unas semanas y me he perdido un mínimo de diez partidos. Incluso, por unos segundos he llegado a pensar que había retrocedido un año y me había vuelto a instalar en el Real Valladolid de los primeros meses de Abel Resino. 

Tras unas horas de reflexión me he dado cuenta cuál es el problema que ha tenido este Pucela y no es otro que su perfección. Durante varias jornadas el equipo blanquivioleta ha sido una máquina engrasada con todo lujo de detalles y el día que ha saltado un poco de grasa o se ha soltado, mínimamente, un tornillo, todos se han llevado las manos a la cabeza. Parece que el entorno del Real Valladolid ve incapaz al equipo de limar cuatro puntos de los 48 que aún restan y no es así. Este grupo de jugadores tiene alma y conseguirá arrebatar esa deferencia para colocarse entre los dos primeros en el mes de junio, cuando realmente importa. 

¿Qué pasa si el Pucela pierde ante el Celta de Vigo? 

La pregunta que ronda estos días por la ciudad del Pisuerga y que tantos escalofríos está creando entre su afición tiene una respuesta sencilla: nada. Si el sábado a las 19:45 el Pucela pierde ante el equipo vigués nada habrá pasado nada realmente vital y ni mucho menos, nada habrá terminado. No lo habrá hecho porque el grupo de jugadores que forman el vestuario blanquivioleta ha demostrado en varias ocasiones que no baja los brazos y que es capaz de tirar de épica y carisma para darle la vuelta a situaciones peores a las que se podrían producir ahora con una derrota en casa. 

Javi Guerra, Nauzet Alemán, Sisinio González, Mehdi Nafti, Óscar González o Carlos Peña no entienden de picos físicos, algo de lo que se está hablando mucho estos últimos días. Quizás ahora resulta incluso que los jugadores del Real Valladolid están más cansados que cuando la temporada pasada afrontaron el play-off sin descanso y cargados de tensión. Este equipo no está cansado porque tiene alma y muchas ganas de conseguir el ascenso, un cambio de categoría en el que muchos volverán a confiaran el jueves, cuando Miroslav Djukic vuelva a convencer a las masas con el discurso que lleva manejando toda la temporada.