Un gol de Javi Guerra y otro de Sisi remontan un vital partido blanquivioleta en Elche. Una segunda parte excelsa de los de Djukic permiten remontar el tanto de Nicki Bille 

Mucho se había hablado durante la semana de la importancia del partido. La relevancia del duelo no era quizás tanta a medio/largo plazo como sí a corto. Una derrota ante los de Bordalás hubiera dejado al vestuario del Real Valladolid muy tocado. Los jugadores eran conscientes de ello y tras llegar al descanso por debajo en el marcador, sacaron el carácter y la raza que les caracteriza y remontaron el marcador. Lo más gratificante del partido no es el resultado sino cómo se consigue. Los segundos 45 minutos del Real Valladolid han rozado la perfección. Tanto en defensa como en ataque el equipo se ha mostrado como esa máquina perfecta de hace escasas cuatro semanas. 

Tras un primer tiempo de tanteo y mucho miedo a perder de ambos equipos, Djukic dio un golpe en la mesa del vestuario blanquivioleta para que su equipo jugara como sabe y como él le ha enseñado. La charla del descanso fue primordial. Tras la reanudación los pucelanos no daban opción al rival y le acosaban sin piedad ni descanso. De esta forma llegaban dos tantos, pero pudieron ser más. Las ocasiones de los jugadores de negro fueron muchas y muy claras pero la fortuna estaba esquiva. Lo estuvo durante 86 minutos. A escasos cinco minutos para el pitido final la suerte daba una tregua a los de Djukic y dejaba que Sisi remachara un centro de Carlos Peña que había pasado entre dos rivales y un compañero. Tanto, una pizca de fortuna y victoria pucelana. 

Segunda parte de ascenso directo 

Las dudas sobre el equipo habían crecido en las últimas semanas. La dolorosa derrota ante el Celta de Vigo hacía peligrar la confianza del aficionado. Éste necesitaba un buen partido, un encuentro con buen juego vallisoletano. Dicha petición llegaba y lo ha hecho en el estadio soñado por todos. 

Ganar en el Martínez Valero tiene un valor doble porque, además de obtener tres puntos, gran parte del vestuario se arranca una espina que data del pasado mes de junio. Dicha espina no es que esté arrancada, está enterrada. Los quilates del fútbol desplegado por Miroslav Djukic y los suyos en los segundos 45 minutos es la demostración de que con fútbol se puede ganar a cualquiera, y el Elche de Bordalás no es una excepción. Además de los dos goles el equipo llegó a generar hasta cuatro ocasiones clarísimas de gol con el estilo de fútbol que el equipo tiene: fútbol de combinación, campo abierto y dinamita en el último cuarto de campo. Todos estos credenciales debían ser bien aliñados y combinados desde el banquillo, algo que el cuerpo técnico hizo de maravilla. 

Djukic se come a Bordalás 

Analizar tras el partido la repercusión de los tres cambios de un entrenador y compararlos con el rival demuestra quién ha ganado. Esta vez no hay duda de que Djukic ha goleado a Bordalás. El serbio no ha obtenido una victoria de 1-2 sobre su homólogo, ha conseguido una goleada de escándalo. La mínima permuta táctica al descanso de dar mayor libertad a Álvaro Rubio rompió el guión de un Elche que salía tras el descanso con un único objetivo, cerrarse y esperar una contra. 

Para evitar los contragolpes rivales, Djukic daba una premisa: posesiones largas y finalización de jugadas. De esta forma la posesión era de un único equipo puesto que el otro no quería elaborar, buscaba un fallo en el rival, que no llegaba ni llegaría. Otros aspecto a analizar y que eleva, aún más, el merecimiento de unos y de otros es la aportación de los suplentes de ambos. Óscar González y Marcos García desequilibraron al rival, algo que ni Perico ni Ángel consiguieron en el tiempo que estuvieron sobre el terreno de juego. 

En definitiva, analizar cualquier aspecto del partido, y sobre todo de los segundos 45 minutos, refleja que el Real Valladolid no fue merecedor solo de la victoria sino de una amplia goleada, la cual dejará que el equipo pueda demostrar su verdadero nivel y cuál es su objetivo, olvidando, de esa forma, su bache de resultados.
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