Un gol de Javi Guerra al comienzo de la segunda parte provoca una nueva victoria pucelana. Los de Djukic, con 81 puntos, aprietan los dientes esperando un fallo del Celta de Vigo 

Desde hace más de un mes el Real Valladolid apela al slogan #SomosValladolid para explicar los motivos que deben llevar al equipo de Djukic a Primera división. Animando a barrios y pueblos con sus nombres en los pantalones de juego, ofertando entradas para los aficionados, encontrando nuevos patrocinadores… Sea de la forma que sea, el club blanquivioleta anima a todos sus aficionados a demostrar qué son las ya famosas dos palabras que Miroslav Djukic ha creado para el recuerdo del fútbol español: “Somos Valladolid”. 

El club intenta que todo el aficionado entre en la dinámica y se sume al equipo. Lo que no hace es explicar qué se va a encontrar el aficionado para ello. Ver al actual Real Valladolid es apreciar a un equipo que siempre es superior al rival. Acudir a un estadio en el que juega el equipo de Djukic es para vislumbrar a unos jugadores con una posesión muy superior a la del rival y que la utilizan para generar muchas más ocasiones. Por el contrario, no es todo positivo. Apreciar a este equipo es sinónimo de sufrir y de ver ocasiones marradas. Los de Djukic juegan bien al fútbol, disfrutan de la posesión, son superiores al rival pero sufren, y mucho. Eso sí, ese sufrimiento es positivo porque salvo en momentos determinados, el final es agradable y nadie, ni el propio creador del slogan, dijo que sufrir y sudar sangre no sería síntoma de este club, más bien al revés. 

Poca claridad en ataque 

¿Qué hubiera sido de la goleada ante el Nastic de Tarragona si Berry Powell anota la ocasión de la que disfrutó en los primeros minutos? Nunca lo sabremos como tampoco se conocerá el resultado de la visita del Recreativo si los onubenses hubieran anotado en las dos ocasiones claras de las que disfrutaron en los primeros minutos. El desconocimiento de algo impredecible no quita para determinar que el Real Valladolid debe mejorar, y mucho, los comienzos de los partidos. Ante el Decano a los locales les ha costado entrar en el encuentro. 

En ese tiempo en el que unos dudaban, otros golpeaban. Sin suerte fueron los golpeos de Fidel y Rubio pero sí con peligro. El paso de los minutos asentó la idea de juego blanquivioleta y todo tuvo un derrotero más lógico. La posesión pasó al Real Valladolid, las ocasiones empezaron a ser blanquivioleta y el encuentro tenía un único dueño. Eso sí, al partido y al equipo pucelano le faltaba algo. Ese “algo” era un futbolista determinante, un jugador diferente. Hacía falta Óscar González. 

Con escasos segundos 

Viendo cómo había acontecido la primera parte, Djukic no quería correr más riesgos. Evitaba cualquier sorpresa al colocar a ‘Mágico’ González en el terreno de juego. Su sola presencia asusta y aterroriza. Uno de los motivos del respeto hacia el '10' es lo resolutivo que es en el último cuarto de campo. ¿Un ejemplo de ello? El último, el ocurrido en este partido. En escasos dos minutos, y en la primera jugada en la que controlaba cerca del área del Recreativo, llegaba el gol. 

El centro de González era repelido por Alberto Bueno y aprovechado por Javi Guerra. 1-0 en escasos minutos de  lasegunda mitad y la demostración de que los buenos deben estar siempre en el campo, estén al 100% o no. Con la ventaja en el marcador parecía que los de Djukic irían a más, pero no. Al equipo le seguía costando generar ocasiones más allá del ímpetu goleador de un Alberto Bueno que lo intentaba desde dentro y fuera del área. Finalmente el madrileño no marcó y no lo hizo para seguir dando emoción a ese slogan de #SomosValladolid y que demuestra que el sufrimiento, con ‘s’, es el comienzo de todo en este equipo y del objetivo que conseguirán.