Acción desfavorable, y la mente en Córdoba

Javi Guerra se lamenta tras fallar una ocasión en el partido (RealValladolid.es)
El Real Valladolid pierde en su último partido liguero y firma la disputa del play-off. El tanto de Óscar González fue contrarrestado por tres goles alcarreños 

La tercera ley de Newton es como se conoce a la ley de acción y reacción. Una definición práctica y simple dice que “las acciones mutuas de dos cuerpos siempre son iguales y dirigidas en sentido opuesto”. Vamos, lo que se ha visto en el doble partido de la última jornada de la ‘Liga adelante’. Hablar del encuentro pucelano es difícil sin mencionar lo ocurrido en Balaídos. Partiendo de la base de lo ocurrido en un estadio se explica lo del otro, y viceversa. 

El Real Valladolid saltaba al terreno de juego con ilusión y con ganas de matar las remotas posibilidades que quedaban para el ascenso. De ese ímpetu inicial llegaba el decimotercer gol de Óscar González. Pese al gol, la realidad no era de felicidad y alegría. Los jugadores pucelanos no celebraban el gol y volvían a sus puestos resignados por las noticias que llegaban de Balaídos. En el duelo entre Celta y Córdoba ninguno atacaba y el empate inicial parecía inevitable. Esa seguridad en que nada cambiaría en Vigo fue la acción de llevar al equipo celtiña a Primera, y la reacción de matar psicológicamente a los futbolistas de Miroslav Djukic. 

Muerte pucelana 
Pasado el minuto 25 el Real Valladolid firmaba su muerte. El equipo, partido en dos, intentaba vivir de su calidad individual en campo rival, y no iba a ser suficiente. La reacción resultaba ser peor de lo prevista y de lo imaginable. Las noticias rivales eran tan duras que el empate alcarreño del minuto 31 parecía ser lo menos importante. Por aquel entonces, los de Djukic ya no estaban mentalmente en el encuentro. Su mente viajaba rápidamente hasta Córdoba y las semifinales del play-off. 

La escasa motivación blanquivioleta por el partido era casi tan palpable como la poca intención de que el partido vigués viera variar su marcador. La ‘acción pactada’ fue de tal magnitud que la reacción blanquivioleta no tenía arreglo, más bien al revés. El paso de los minutos empeoraba el estado psicológico para hacer aguas en defensa. Dos tantos más del equipo de Terrazas, cada cual a mayor despropósito pucelano y mayor nivel alcarreño, daban por finalizada la temporada y por empezada la caza de brujas de un sector de la afición que señalaba con el dedo a diferentes jugadores. 

Silbidos injustificados 
Es difícil, por no decir imposible, entender como este vestuario es silbado una milésima de segundo. Es injustificable reprochar algo, por muy mínimo que sea, a cualquier integrante de esta plantilla. Todos se han partido, literalmente, la cara por defender el blanco y el violeta y nunca han dado una voz pese a los evidentes problemas económicos del equipo. 

Por decencia, pasado, acciones y consecuencias lo que ha ocurrido en la segunda parte, con silbidos para futbolistas que estarán en el play-off blanquivioleta, no debe volver a ocurrir, o al menos hasta que éste grupo siga trabajando como hasta el momento. No ha sido el momento más apropiado, como tampoco lo ha sido la derrota, es verdad. Pero en situaciones así es cuando una afición empuja a su equipo y cuando un aficionado marca un gol o hace una parada. Esas milésimas que le han faltado a Jaime para parar el 1-3 o a Baraja para hacer el 2-3, las tiene que poner los aficionados. Y las pondrán en el play-off para demostrar que el #SomosValladolid es en las buenas y en las malas.

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