En la vida, como en el fútbol, cuando consigues un objetivo te olvidas de todo lo que has sufrido o soportado hasta llegar a él. Por ello, en la meta marcada por el Real Valladolid del ascenso de categoría, todo vale. Conseguir el retorno a la máxima categoría colmaría todas las dolencias, todos los sufrimientos y borraría cualquier mal recuerdo que pueda existir.

Con el objetivo cumplido, futbolistas como Pelé o Haris Medunjanin serían olvidados porque su ‘labor’ quedaría contrarrestada. Trabajadores como Roberto Olabe dejarían de tener peso en el Pucela porque su función sería borrada del mapa. Al igual que ellos, con el supuesto ascenso blanquivioleta, Edu Albácar dejaría de ser alguien en la historia pucelana.

¿Quién ha podido olvidar los dos goles del futbolista del Elche en el play-off del año pasado? ¿Quién no siente un nudo en el estómago al ver las imágenes del partido? Todo blanquivioleta sigue marcado por aquellos dos goles, por el fallo de Javi Jiménez, por la nefasta actuación de Amoedo Chas, pero sobre todo, el círculo pucelano sigue marcado y sellado por Edu Albácar.

Un año después, todo puede ser olvidado. Con casi toda seguridad el once que disponga Djukic en las semifinales del play-off tendrá a ocho o nueve futbolistas de los que vivieron aquello, y ninguno lo ha podido olvidar. Los dos golpeos a balón parado del futbolista son una huella importante en la historia reciente y ante el Córdoba, el Pucela tiene una opción de eliminar el nefasto recuerdo que deja el futbolista catalán.

Aprovechando la opción que te deja el destino de eliminar a Edu Albácar, el Real Valladolid tendrá más cerca el objetivo final, el ascenso. Ganando y superando al Córdoba, los de Djukic habrán roto el recuerdo del año pasado, habrán liberado al vestuario de un peso importante y así, la Primera división estará una zancada más cerca.