Empate para que el colchón no pierda su grosor

· LUCHA. Valiente lucha una de las muchas jugadas divididas (ElFarodeVigo) ·
Un punto es el botín del Real Valladolid en Riazor en un partido de muchas alternativas y que cualquiera pudo haber ganado. Javi Guerra tuvo la victoria en el tiempo de descuento 

► 'Mágico' González vuelve a guiar el juego ofensivo pucelano con una nueva muestra de calidad 
► Salomao y Javi Guerra pudieron conseguir la victoria con ocasiones en los últimos del partido
► El nuevo punto consechado deja a los pucelanos con una renta de nueve puntos con el descenso

Con 21 puntos a estas alturas el Real Valladolid tiene mucho ganado. Ya no solamente por el hueco que se abre con los puestos de descenso sino también por la tranquilidad y templanza con la que se pueden afrontar partidos como el de Riazor. Ante el Deportivo de la Coruña el objetivo era claro: sumar. Ya fuera un punto o la victoria, todo lo que fuera aumentar la cifra de puntos, sería beneficioso. Aumentar el grosor del colchón sobre el descenso es el objetivo pucelano y en Galicia se ha hecho.

El Real Valladolid ha sabido manejar el partido en muchas fases y ha generado ocasiones, incluso, para llevarse el partido. También ha podido perderlo con la oportunidad que Salomao desaprovechaba en el minuto 82. Los golpes de unos y de otros han sido equiparables y ante ello, el reparto de puntos parece justo. El Pucela sale beneficiado al dejar el descenso a nueve puntos y al provocar que un rival directo por el objetivo se alimente con el mismo botín que él. La distancia sobr el peligro, sigue igual.

Loca primera parte
Si los primeros 45 minutos buscaran una definición sería la de “correcalles”. La primera parte tuvo los minutos reglamentarios, sin añadidos, pero pareció ser mucho más amplia. La fuerza inicial del Deportivo de la Coruña, con tres saques de esquina en los primeros cinco minutos, era contrarrestada por el Real Valladolid con un 'Mágico' que seguía demostrando su nivel de esta temporada. Tres remates suyos, de forma consecutiva, encerraban a los gallegos en su área. El Pucela había mejorado y se hacía con el balón durante más de 20 minutos.

Esa fuerza pucelana fue disminuyendo. La necesidad por puntuar del Deportivo y la entrada progresiva de aficionados en el estadio, espoleaba a los locales. Minuto tras minuto parecían ganar confianza pero sin llegar al nivel inicial. Ahora competían ante un Pucela, que sin ser la máquina precisa de otros minutos, se defendía y no era ese juguete de los minutos iniciales. En este intercambio de golpes que resultaba ser el último 'partido' de la primera parte, Manucho resaltaba como protagonista. El angoleño marraba en dos contragolpes que bien pudieron valer el tanto pucelano.

Por egoísmo o lentitud, Manucho desaprovechaba dos buenas ocasiones al borde de un descanso al que ambos equipos llegaban muy justos de fuerzas. Las pocas ideas pucelanas en los últimos metros libraban a un Deportivo roto y sin organización de un castigo psicológico y, quizás, hasta excesivo.

Salomao perdona
Con el empate a cero ambos conjuntos reducían el partido a la mitad, algo que beneficiaba a los pucelanos. Los de Oltra reducían sus opciones de ganar el partido y los de Djukic aumentaban las de puntuar. Así, con una necesidad imperiosa por la victoria, el Deportivo salía con el gol entre ceja y ceja. Querían el poder del balón y el de las ocasiones y el Real Valladolid tampoco quería discutir. Los visitantes aceptaban el rol secundario y cambiaban, una vez más, la piel camaleónica de los últimos partidos.

Alex Bergantiños duplicaba su espacio en el centro del campo y Abel Aguilar se acercaba más a la portería de Dani. Del escalonamiento gallego salía la opción pucelana, el contragolpe. La velocidad y las bandas parecían vitales para conseguir la victoria. Cerca estuvo de salir el plan. Javi Guerra estuvo cerca del gol en el minuto 91 y en el 93 pero la fortuna de años pasados sigue estando esquiva. Las opciones del delantero malagueño fueron oportunidades para la victoria porque Salomao así lo quiso.

La opción desaprovechada por el extremo luso dejaba que el sueño de la victoria no fuera el de un punto que sí viaja a Valladolid. Con Salomao soñando con esa ocasión y con Rubén Peña dándole vueltas a la última jugada, Gil Manzano señalaba el final y entregaba al Pucela esa nueva muesca para el colchón sobre el descenso. El grosor sigue siendo de nueve centímetros y así, la visita del Fútbol Club Barcelona resultará más placentera y soñadora.

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