¿Cómo vivió el ascenso Alejandro Matilla Prada?

A priori, parecía un aburrido domingo más, pero no, te levantas de la cama con una gran ilusión, sonriendo y pensando: hoy va a ser un gran día, hoy volvemos a la gloria. Las horas se hacían interminables hasta el inicio del encuentro (a las 19 horas, una hora menos en Tenerife, donde se jugaba). Por la tarde había quedado con Sergi y con David. Preparé mi camiseta blanquivioleta de Umbro, la de las grandes citas, y mi pantalón pirata de la selección sueca, junto con mi bufanda y mi bandera con gran impaciencia. Sergi me vino a buscar y nos dirigimos a casa de David. De camino, compramos provisiones (Cerveza y Doritos, básicamente). El partido no iba a ser televisado, pero siempre nos quedará la radio (no como ahora y, mientras escribo estas líneas, vuelven a dar permiso para entrar de nuevo a las radios a los estadios: ¡Bendita lógica!). Mientras escuchábamos la radio, estábamos jugando partidos de tenis en la Wii. De repente el silencio, ¡gol en Tenerife! ¡¡¡gooooooooooooooooooooooooollll de Víctor!!! Salir corriendo al balcón y gritarlo como si no necesitaras nunca más tu voz. En el descanso, salimos a la calle, montamos en el coche de David, y recorremos todas las Delicias, con la bandera fuera del coche ondeando y pitando. La gente nos miraba raro pero nosotros nos daba igual, sabíamos que todo estaba muy cerca. Tanto utilizamos el claxon que este terminó por averiarse. 

Al volver a casa, todos ya sabemos lo que ocurrió en la segunda parte: Manchev nos dio una tranquilidad para afrontar el resto del encuentro. Cuando el encuentro llegó a su fin, los tres nos abrazamos, lloramos, y recordamos que tras tres años, habíamos abandonado el infierno para volver al cielo, ahora solo nos quedaba disfrutar. Rumbo a la plaza Zorrilla, nos preguntábamos…habrá mucha gente, pero esa duda quedo resuelta llegando por la acera de Recoletos. Según llegamos a la fuente, no me lo pensé dos veces y me metí directo. Sergi, que venía detrás de mí. tampoco se lo pensó. A David le costó algo más, pero finalmente entró. El agua estaba llena de Calimocho pero a nosotros nos daba igual. Tras pasar un gran rato allí, nos fuimos de bares a tomarnos unas copas. Durante esa tarde (noche ya), nos enteramos de que un aficionado pucelano, con el que más tarde entablaría una gran amistad, había sufrido un accidente: ¡¡Antonio, el ascenso de este año va por ti!!
Artículo de @A_Matilla

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