¿Cómo vivió el ascenso Tony Pola Alonso?

El ascenso de Mendilíbar pasará a mi intrahistoria personal como una de las tardes más felices de mi vida. Comencé escuchando el partido en casa, por la radio y con miedo, pese a la ventaja que teníamos con el resto de rivales. El Valladolid ese año arrasaba y ganaba con una aplastante seguridad, semana sí semana también, pero el nerviosismo me podía, no sé muy bien la razón. Rápidamente las dudas se disiparon con el gol del eterno 21, Víctor. Los móviles comenzaron a sonar e intercambiaban mensajes entre amigos, casi estábamos en Primera. Cuando faltaban pocos minutos para el final salí de casa y me dirigí a la plaza Zorrilla, donde había quedado con dos amigos, otros muchos se sumaron de manera espontánea a la fiesta. Incluso llevaba el bañador debajo de la ropa por si acaso. El 0-2 de Manchev fue tranquilizador y coreado ya por todos en esa plaza. Con el pitido final las bengalas, el cava y el obligado baño dieron paso a una noche mágica.

Disfruté como un enano bañándome, abrazando a gente desconocida y gritando que mi ciudad era de Primera. Regresé a casa con la ropa empapada y con frío, pero mereció la pena. Al día siguiente compré todos los periódicos e incluso en alguno salía de refilón mi imagen. Fue precioso ver Valladolid así, llena de aficionados coreando al equipo de su ciudad, unidos por una plantilla ganadora. Como nota negativa quiero destacar el accidente que sufrió Antonio, el aficionado al Pucela que todos conocemos y estoy seguro volverá a andar. Para el recuerdo queda el récord de Mendi, la emotiva portada de El Norte de Castilla y otros diarios, el himno de Chloe, la camiseta morada con el significativo '1', etcétera. Hoy en día sigo viendo las imágenes de Tenerife y me emociono, tanto, que no concibo un ascenso este año sin otro baño. Volveremos.
Artículo de @TonyPola21

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