El Real Valladolid de José Luis Mendilibar volvió a ser el que era ayer en el Reyno de Navarra tras haber disputado cuatro partidos en los que el espíritu, las ganas y el coraje que le caracterizaban no aparecían, y que llevó al equipo a cosechar cuatro derrotas consecutivas.

El partido fue dominado por el equipo pucelano, sobre todo en la primera parte en la que un Álvaro Rubio espectacular y Vivar Dorado se comieron al centro del campo navarro y de ahí vinieron las mejores ocasiones de los pucelanos que no consiguieron materializar.
Nadie se debía haber asustado si el equipo que dirige Mendilibar se hubiera ido al descanso ganando por tres o cuatro goles.

El Real Valladolid volvió a acusar su falta de pegada en los metros finales y en dos jugadas aisladas del joven delantero portugués, Dady, provocó que Osasuna empatara el partido demostrando que el fútbol la mayoría de las veces no es justo pero si cumpliéndose otra vez el dicho de que quién perdona acaba pagándolo.

Este partido demuestra que el Real Valladolid no está tan mal, ni tan desahuciado como muchos querían hacer ver a los demás, el Real Valladolid está más vivo que nunca y ahora en los dos partidos que tiene que jugar contra rivales difíciles pero que hacen el fútbol que mejor le viene al equipo vallisoletano se verá de los que es capaz, aunque algunos como yo sabemos que este equipo es más grande de lo que parece y algunos profesionales creen.