El José Zorrilla habló. Y lo hizo como no lo había hecho en años. Desde el despido (porque eso no se considera destitución) inesperado de Cantantote, el estadio blanquivioleta no se había posicionado en torno a un entrenador como lo hizo en el día de ayer con José Luis Mendilibar. No es por ser pesado, pero es que el trabajo del de Zaldívar ha sido tan grande en estos tres años y medio que a nadie que sienta el blanco y el violeta se le escapa. Un ascenso y dos permanencias son resultados como para que el gran homenaje de ayer, llevado en pancartas, hubiera sido mayor, pero está el equipo. Y por lo contrario a lo que ocurrió cuando se despidió al chileno este está en una mala situación, y por encima de todo esta el conjunto y su futuro.
Pese a esto, las pancartas que llenaban las gradas de Zorrilla eran muchas y todas con el mismo mensaje, “Gracias Mendi”, al igual que pasara la semana pasada en Mestalla la afición agradece el trabajo y no ha estado en su mano, porque de ser así el bueno de Onésimo no hubiera visto cumplido su sueño. Mendilibar hubiera seguido mucho tiempo.

Es difícil en los tiempos que corren que una afición que esta con su equipo en descenso llene su estadio de pancartas para agradecer al entrenador que se ha ido todo su trabajo, su humildad y su caballerosidad. Mendilibar se merecía algo así, al igual que esta afición se merece quitarse de una vez por todas ese dichoso calificativo de fría, porque cosas así no las hacen aficiones frías precisamente.