Hay vida, hay esperanza
El Real Valladolid no tenía otra opción en el Molinón que no fuera ganar, y lo consiguió. Un gol de Manucho y otro de Baraja redondearon una segunda parte espléndida del equipo de Javier Clemente
Si en la Romareda fue Kaka quién mantuvo viva la esperanza del Real Madrid de poder ganar la Liga, en el Molinón fue Manucho quien mantuvo viva la esperanza del Real Valladolid de mantener en Primera División. Ambos jugadores, muy por debajo del nivel esperado en esta temporada, resultan vitales para sus equipos a cuatro jornadas del final y en los minutos finales de sus partidos. Con el gol del angoleño y posteriormente, uno del capitán Baraja, el equipo de Clemente consigue una victoria importantísima y vital para que el equipo, la afición y la ciudad crean que el sueño de la permanencia es cada vez un poco menos complicado, un poco menos imposible. Aunque no deja de ser difícil.
Vamos a llamarlo casualidad, o como dice Marcos, cumplimiento de los plazos marcados por la AFE, pero por una cosa o por otra Pelé regresaba a una convocatoria y posteriormente a un once. El portugués ocuparía el puesto de Borja, que tras una gran temporada se perdía el trascendental partido por ciclo de tarjetas amarillas. Con la única novedad del ‘6’ el equipo saltaba al terreno de juego de Gijón en un ambientazo de fútbol. Un aire futbolístico que debe motivar a ambos equipos. A unos porque su afición está volcada con ellos, y a otros, porque entre ese gran número de afición hay un sector en el que están 300 seguidores que quieren animarles, porque pese a ser pocos son muy ruidosos. El partido con ambiente y con jugadores, expedientados y sin expedientar, comenzó de forma muy lenta. Los primeros minutos eran muy similares a los vividos, y en momentos, sufridos, de Tenerife [VÉR CRÓNICA] y Málaga. [VÉR CRÓNICA] Ambos equipos tenían miedo a perder y estaban más pendientes de defender que de la portería rival. Con este recelo pasaban los minutos y ningún equipo tomaba las riendas del partido hasta que a Diego Castro le dio por coger la batuta del encuentro e intentar desnivelar el partido desde su banda izquierda. Desde la zona del jugador gallego llegaron las mejores ocasiones del Sporting. Equipo que dominó, o mejor dicho, tuvo más ocasiones que el rival. No se puede decir que dominara porque en ningún momento de los primeros 45 minutos encerró al Real Valladolid en su área, algo que los de Clemente si consiguieron en la segunda mitad, y sobre todo en los últimos 20 minutos. En la primera parte el Sporting de Gijón fue superior al Real Valladolid. Los de Preciado tuvieron más ocasiones, aunque en ninguna de estas Jacobo tuviera que esforzarse demasiado.
10 minutos finales de infarto
Tras el descanso el Real Valladolid dominó al Sporting de principio a fin. Los de Preciado tan sólo se acercaron a la portería de Jacobo en el primer minuto de juego cuando un disparo de Barral se marchó fuera. Tras el intento del ex madridista, el equipo de Clemente cogió el toro por los cuernos y se fue sin pensarlo a por la victoria. Primero fue Nauzet quien con un buen disparo desde lejos provocó el paradón de Juan Pablo. A los pocos minutos el ex portero del Numancia tuvo que volver a esforzarse para evitar el primer tanto blanquivioleta en una gran jugada personal de Pelé. El ex expedientado robó un balón en el centro del campo y tras él, disparó a puerta con un efecto que despistó al portero, pero no hasta el punto de batirle. Tras el intento del medio centro fue el turno de Keko. El madrileño, que había salido al terreno de juego en lugar de Nauzet, dispuso de una ocasión clarísima. El Sporting lanzó un saque de esquina, el Pucela robó el esférico y montó la contra, el balón recogido por Diego Costa llegó a Keko que tras marcharse en velocidad se plantó ante Juan Pablo. El intento de batirle no fue fructífero y el cancerbero consiguió abortar la ocasión. Al instante el canterano rojiblanco se había dado cuenta de la ocasión marrada y se arrepintió de lo realizado. La suerte o el trabajo le dieron una segunda oportunidad y no la desaprovechó. En el minuto 80 se sacó de la manga un centro medido que Manucho alojó, tras un gran cabezazo en la mallas de Juan Pablo. Un gol, una celebración y un grito que se repitió 12 minutos más tarde cuando un gesto de lucha, trabajo y pundonor del angoleño sirvió para que Javier Baraja, capitán del equipo en ausencia de Marcos, anotara su primer gol de la temporada. El tanto del canterano mataba el partido y ataba los tres puntos, muy importantes para el futuro blanquivioleta.
Pérez Lasa no influye, desquicia
Al final de los 90 minutos el colegiado no tuvo influencia en el marcador, pero si que tuvo y mucha, influencia en el comportamiento y desquiciamiento de los jugadores del partido, sobre todo en los del Real Valladolid. A lo largo del partido, pero sobre todo, en los primeros 45 minutos el criterio del vasco no fue el mismo. La demostración de que el colegiado mostró diversidad de rigor es que Asier Del Horno, sin dar una patada, se fuera del terreno de juego expulsado y por su parte, David Barral pudiera disputar los 90 minutos y lo hiciera sin ser siquiera amonestado verbalmente.
Con Pérez Lasa o sin él, el Real Valladolid consigue tres puntos. Tres puntos muy valiosos que no deben engañar al aficionado. El Real Valladolid sigue tendido difícil seguir en Primera División, pero ahora si que un poco más cerca debido a las buenas sensaciones que el equipo deja en las últimas semanas. Como dice el refranero español: “si hay vida, hay esperanza” y el equipo sigue teniendo vida, mucha vida.
Si en la Romareda fue Kaka quién mantuvo viva la esperanza del Real Madrid de poder ganar la Liga, en el Molinón fue Manucho quien mantuvo viva la esperanza del Real Valladolid de mantener en Primera División. Ambos jugadores, muy por debajo del nivel esperado en esta temporada, resultan vitales para sus equipos a cuatro jornadas del final y en los minutos finales de sus partidos. Con el gol del angoleño y posteriormente, uno del capitán Baraja, el equipo de Clemente consigue una victoria importantísima y vital para que el equipo, la afición y la ciudad crean que el sueño de la permanencia es cada vez un poco menos complicado, un poco menos imposible. Aunque no deja de ser difícil.
Vamos a llamarlo casualidad, o como dice Marcos, cumplimiento de los plazos marcados por la AFE, pero por una cosa o por otra Pelé regresaba a una convocatoria y posteriormente a un once. El portugués ocuparía el puesto de Borja, que tras una gran temporada se perdía el trascendental partido por ciclo de tarjetas amarillas. Con la única novedad del ‘6’ el equipo saltaba al terreno de juego de Gijón en un ambientazo de fútbol. Un aire futbolístico que debe motivar a ambos equipos. A unos porque su afición está volcada con ellos, y a otros, porque entre ese gran número de afición hay un sector en el que están 300 seguidores que quieren animarles, porque pese a ser pocos son muy ruidosos. El partido con ambiente y con jugadores, expedientados y sin expedientar, comenzó de forma muy lenta. Los primeros minutos eran muy similares a los vividos, y en momentos, sufridos, de Tenerife [VÉR CRÓNICA] y Málaga. [VÉR CRÓNICA] Ambos equipos tenían miedo a perder y estaban más pendientes de defender que de la portería rival. Con este recelo pasaban los minutos y ningún equipo tomaba las riendas del partido hasta que a Diego Castro le dio por coger la batuta del encuentro e intentar desnivelar el partido desde su banda izquierda. Desde la zona del jugador gallego llegaron las mejores ocasiones del Sporting. Equipo que dominó, o mejor dicho, tuvo más ocasiones que el rival. No se puede decir que dominara porque en ningún momento de los primeros 45 minutos encerró al Real Valladolid en su área, algo que los de Clemente si consiguieron en la segunda mitad, y sobre todo en los últimos 20 minutos. En la primera parte el Sporting de Gijón fue superior al Real Valladolid. Los de Preciado tuvieron más ocasiones, aunque en ninguna de estas Jacobo tuviera que esforzarse demasiado.
10 minutos finales de infarto
Tras el descanso el Real Valladolid dominó al Sporting de principio a fin. Los de Preciado tan sólo se acercaron a la portería de Jacobo en el primer minuto de juego cuando un disparo de Barral se marchó fuera. Tras el intento del ex madridista, el equipo de Clemente cogió el toro por los cuernos y se fue sin pensarlo a por la victoria. Primero fue Nauzet quien con un buen disparo desde lejos provocó el paradón de Juan Pablo. A los pocos minutos el ex portero del Numancia tuvo que volver a esforzarse para evitar el primer tanto blanquivioleta en una gran jugada personal de Pelé. El ex expedientado robó un balón en el centro del campo y tras él, disparó a puerta con un efecto que despistó al portero, pero no hasta el punto de batirle. Tras el intento del medio centro fue el turno de Keko. El madrileño, que había salido al terreno de juego en lugar de Nauzet, dispuso de una ocasión clarísima. El Sporting lanzó un saque de esquina, el Pucela robó el esférico y montó la contra, el balón recogido por Diego Costa llegó a Keko que tras marcharse en velocidad se plantó ante Juan Pablo. El intento de batirle no fue fructífero y el cancerbero consiguió abortar la ocasión. Al instante el canterano rojiblanco se había dado cuenta de la ocasión marrada y se arrepintió de lo realizado. La suerte o el trabajo le dieron una segunda oportunidad y no la desaprovechó. En el minuto 80 se sacó de la manga un centro medido que Manucho alojó, tras un gran cabezazo en la mallas de Juan Pablo. Un gol, una celebración y un grito que se repitió 12 minutos más tarde cuando un gesto de lucha, trabajo y pundonor del angoleño sirvió para que Javier Baraja, capitán del equipo en ausencia de Marcos, anotara su primer gol de la temporada. El tanto del canterano mataba el partido y ataba los tres puntos, muy importantes para el futuro blanquivioleta.
Pérez Lasa no influye, desquicia
Al final de los 90 minutos el colegiado no tuvo influencia en el marcador, pero si que tuvo y mucha, influencia en el comportamiento y desquiciamiento de los jugadores del partido, sobre todo en los del Real Valladolid. A lo largo del partido, pero sobre todo, en los primeros 45 minutos el criterio del vasco no fue el mismo. La demostración de que el colegiado mostró diversidad de rigor es que Asier Del Horno, sin dar una patada, se fuera del terreno de juego expulsado y por su parte, David Barral pudiera disputar los 90 minutos y lo hiciera sin ser siquiera amonestado verbalmente.
Con Pérez Lasa o sin él, el Real Valladolid consigue tres puntos. Tres puntos muy valiosos que no deben engañar al aficionado. El Real Valladolid sigue tendido difícil seguir en Primera División, pero ahora si que un poco más cerca debido a las buenas sensaciones que el equipo deja en las últimas semanas. Como dice el refranero español: “si hay vida, hay esperanza” y el equipo sigue teniendo vida, mucha vida.
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