La estancia de Raúl Navas en el primer equipo del Real Valladolid ha estado plagada de sorpresas, tanto positivas como negativas. Siendo estas últimas las que mas han predominado y las que han hecho que el sevillano salga por la puerta de atrás con la carta de libertad bajo el brazo.

Raúl ilusionó a la afición pucelana el 16 de mayo de 2010. Aquel día el Real Valladolid se jugaba el todo por el todo en el Camp Nou. Si ganaba se salvaba, si perdía descendía. El equipo dirigido por Javier Clemente perdió por un contundente 4-0 pero descubrió un joven central con tablas, personalidad y estancia. El futbolista no era otro que Raúl Navas, jugador que días atrás de debutar renovaba su contrato por dos campañas más.

Con el descenso se esperaba una mayor presencia de la futbolista en las alineaciones blanquivioletas pero no. Ni Antonio Gómez, primero, ni Abel Resino, después, dieron galones al andaluz. Entre unas cosas y otras el central disputó tan sólo cinco partidos, tres de Liga (Tenerife, Nastic y Alcorcón) y dos de Copa del Rey (eliminatoria ante el Espanyol). La sorpresa mayúscula y positiva que Raúl produjo con su debut en el Camp Nou se convirtió en pesadilla al pasar una temporada casi en blanco.

Esta nueva temporada el futbolista la volvía a afrontar con la mayor de las ilusiones. El jugador intentaba convencer al nuevo cuerpo técnico pero lo hacía sin premio. Tras muchos entrenamientos y varios encuentros amistosos el jugador era uno de los descartes de Djukic para afrontar el stage principal de pretemporada. Una sorpresa más que significaban el final de la carrera de un prometedor futbolista en Valladolid.

Ahora, con la carta de libertad, Raúl busca equipo. Lo hace avalado por su gran trabajo en el Real Valladolid Promesas y con el beneplácito del Javier Clemente. ‘El rubio de Barakaldo’ confió en el futbolista por delante de otros muchos jugadores al afirmar que era un profesional que “moría por el equipo”.