Tiene que ser francamente difícil de asumir desde un punto de vista psicológico llegar a un equipo de la primera división española siendo uno de los fichajes más caros en la historia del club que te contrata. No obstante, las expectativas que generó Mateus Alberto Contreiras Gonçalves con su fichaje, justificaban en buena manera las esperanzas que tenía la parroquia blanquivioleta en el espigado delantero angoleño.

Cuando hace unos años fue el Manchester United quien se fijó en el Real Valladolid para llevarse a Old Trafford a Ricardo, nunca pensamos que llegaría un día en que fuera nuestro Pucela quien ficharía a un delantero de los Red Devils. Pero así fue, Manucho llegó a Zorrilla con vitola de estrella… y se estrelló. Estuvo descentrado dentro y fuera del campo, y las simpatías iniciales se tornaron en ira generalizada cuando se tropezaba varias veces en cada partido, en el nefasto año del descenso.

Manucho fue declarado oficialmente por la grada un “inútil”. Javier Clemente dijo de él que había que enseñarle a tirar a puerta, y cuando acabó el año, sólo pudimos buscarle acomodo en un recién ascendido de la potente liga turca, cambiando a otro equipo del mismo nivel en invierno. El año fue más que discreto, y sólo dio muestras de calidad y trabajo en un par de partidos como gentilmente nos fue contando Ángel Velasco con sus “Pucelanos cedidos por Europa”.

Este curso las cosas no pintaban mejor. Parecía el típico jarrón chino que te han regalado en tu boda y que no soportas, pero que tienes que tenerlo puesto en el salón cuando llega tu prima la que te lo regaló, a la espera de que pase un tiempo y puedas colocarlo en algún trastero o en la casa del pueblo. El problema es que Manucho -que algo debía tener cuando Alex Ferguson se fijó en él- tiene 28 años, no es un crío que se tenga que hacer. Y además lleva tres años en los que no ha demostrado nada, y sus expectativas se reducían a buscar acomodo en alguna liga árabe o en la MLS de Estados Unidos.

Y aquí es donde entran en escena Jaime y Marcos. Uno, demostrando su jerarquía y sus tablas; el otro, desde el haber sido compañero y ser ahora jefe del angoleño. Le cuentan que está ante la última oportunidad de su carrera de hacerse un hueco en una liga grande, de ayudar al Pucela a subir a la máxima categoría, de ser un complemento a Javi Guerra. O la gloria, o la puerta de atrás y el retiro. Y Mateus entiende el mensaje, se pone las pilas y comienza a ganarse el puesto en los entrenamientos y en el partido de copa ante el Celta. Y en estas, que se vuelve a presentar en Zorrilla con la elástica blanquivioleta dispuesto a salir del campo, aunque sin hacer el avioncito esta vez. Lo aprovecha, y marca ante el Numancia el gol definitivo que nos da los tres puntos.

Manucho está ahora dentro del equipo. Ríe, disfruta, se ofrece, pasa, genera peligro. Se ha vuelto a sentir futbolista, es uno más. Y la afición, que lo único que desea es el bien del equipo, se olvida de lo malo y aplaude a rabiar. Manucho está llamado a brillar en segunda con el Real Valladolid. Tiene un físico portentoso, y ahora trabaja, lucha, juega. Ojalá no se descentre, y siga aportando al equipo. Será buena señal y nos ayudará a conseguir el objetivo. Aunque no marque treinta o cuarenta goles. Sólo se le pide que se deje la piel en el campo y el resultado llegará tarde o temprano. ¡Vamos Manucho!

Artículo firmado por @FranArranz