Corría el 20 de marzo del año 2008. El filial del Real Valladolid se encontraba en el penúltimo lugar del grupo 2 de Segunda B y debía despertar en las ocho jornadas que restaban. Los jugadores de Alfredo Merino no vivían un buen momento deportivo y se jugaban gran parte de su futuro ante el líder, la Sociedad Deportiva Huesca. 

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Fotogalería de presentación de Lluís Sastre (Vía Facebook) 

El asentado equipo aragonés, llegaba con Onésimo Sánchez como entrenador y con un colchón de cuatro puntos sobre el segundo clasificado. El inesperado cambio de entrenador no les había sentado mal a los azulgranas que llegaban a los anexos al estadio José Zorrilla con una racha de cinco partidos sin perder. Pero ante el Promesas sufrieron un frenazo. Un cambio brusco de dirección que llegó al caer por un contundente 3-0. El líder caía, y lo hacía con estrépito ante un filial pucelano que daba un golpe de la mesa para salvar la categoría. 

Inactivado Lluís Sastre 

Alfredo Merino tenía bien estudiado al rival. Conocía sus puntos débiles y los buscó. Una de las indicaciones del palentino fue tapar el centro del campo oscense. Allí estaba Mikel Rico, actual jugador del Granada, Joaquín Sorribas y Lluís Sastre, nuevo jugador pucelano. Merino sabía que paralizando el juego del rival tendría los tres puntos. Seguramente ni en el planteamiento más positivo pudo imaginar que el resultado sería el que fue pero cuando Onésimo arriesgó, el Pucela lo mató. 

Sastre había perdido la batalla aquel día. El centro del campo pucelano, con Jesús Rueda como estandarte, había borrado al mallorquín. Tal fue el mal partido del futbolista oscense que en el minuto 76 fue retirado del campo. Sin él, el dominio pucelano fue aún mayor. Carlos García, primero, y Rufino, más tarde, sentenciaron el partido. 

El encuentro finalizó con un duro 3-0. Así los pucelanos tomaban aire y encaraban en final de liga con una cara bien distinta. El Huesca, por su parte, tomaba el partido como una humillación, y buscaba soluciones para no perder el objetivo del ascenso. Finalmente el sueño no se marchó y en Écija los aragoneses retornaron a Segunda 55 años después. En aquel partido del ascenso Sastre estuvo activo y guió al equipo. Lo hizo como durante toda la campaña, salvo en la visita a los anexos pucelanos.

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