En 2010, y durante 12 partidos, Henrique Sereno demostró de todo lo que es capaz en el Real Valladolid. Su contrato de cuatro meses dejó un gran sabor de boca en Pucela 

Desde su estreno en Riazor se le vieron condiciones. Aquel 20 de marzo de 2010, cuando el Real Valladolid saltaba al estadio blanquiazul pocos sabían qué podía ofrecer Henrique Sereno. El jugador debutaba de blanquivioleta con muchas dudas sobre su rendimiento. El primer interrogante era saber cuáles eran las cualidades del futbolista. Por otro lado, estaba la pregunta de saber cómo había superado el jugador los problemas físicos que sufrió a los pocos días de llegar. 

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Con el debut, la lesión estaba olvidada. El jugador se presentaba en España y lo hacía por la puerta grande. Victoria por 0-2 en Riazor y un hilo de esperanza en la salvación blanquivioleta. Fue solamente eso, un resquicio, porque la derrota en Chapín (3-0) y la vivida ante el Villarreal (0-2) mataron cualquier recuperación. 

Fijo para Clemente 

Después de que Sereno viviera su segunda derrota con el Real Valladolid, Onésimo fue cesado. Javier Clemente tomaba las riendas del equipo y el luso fue un fijo. Ocho partidos con el vasco y ochos titularidades. El ex del Oporto ayudó para que el veterano entrenador vasco firmara las cifras que tuvo. 

El objetivo de la salvación se escapó en el último momento pero con la buena imagen del futbolista. Con él se consiguieron más de la mitad de las victorias que el club obtuvo aquella temporada. De los siete partidos ganados, cuatro fueron con el nuevo blanquivioleta en el terreno de juego. Las derrotas ante Fútbol Club Barcelona y Atlético de Madrid rompieron la posible salvación y borraron una mayor alabanza para el nuevo jugador del Real Valladolid. 

Con Sereno el Pucela gana tranquilidad, salida de balón y liderazgo. Sólo falta que el club y el propio futbolista tengan mejor suerte que la que tuvieron que compartir hace dos años.

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