Llegaba la vigésimo cuarta jornada de la temporada pasada y el Real Valladolid visitaba el Nuevo Colombino con el agua al cuello. El club pucelano y, ante todo, su entrenador, Abel Resino, afrontaban el partido como una ‘final’. Caer en Huelva significaría el final de la época del toledano en el José Zorrilla y la demostración de que el objetivo del equipo pasaba por no descender y olvidarse de cualquier opción de regresar a Primera división.

Para el encuentro ante el ‘Decano’, el cual llegaba en racha, el cuerpo técnico pucelano tuvo que realizar varias variantes, que con el paso del tiempo se harían fijas. En Huelva regresaba Barragán al lateral derecho, Jordi al eje de la defensa y Baraja a un centro del campo que compartiría con el debutante Mehdi Nafti. Con un once revolucionario y muy guerrillero comenzó un nuevo Real Valladolid que llegaría al ‘play-off’ en el que caería eliminado por el Elche y Amoedo Chas.

No hay victoria sin sufrimiento
A las semanas del partido en Huelva, Abel confirmaba que el descanso en el Nuevo Colombino fue un antes y después en el equipo. Después de que el colegiado Sureda Cuenca señalara el tiempo de descanso, el Pucela se conjuró. Lo hizo porque debía afrontar los segundos 45 minutos con un jugador menos (Óscar fue expulsado en el minuto 43) y con la obligación de ganar. Los gestos del equipo y de varios jugadores en ese descanso marcaron el futuro.

Desde esa absurda e infantil expulsión del futbolista charro el Real Valladolid creció para terminar ganado un partido fuera de casa varios meses después. Es más, en Huelva el equipo de Abel volvía a anotar un gol fuera de la avenida del Mundial 82 tras ocho jornadas sin hacerlo.

Sota, caballo y rey
El Real Valladolid ganó, Abel Resino respiró y Javi Guerra volvió a marcar. El malagueño decidía el partido con un testarazo y se olvidaba de la sanción que le había prohibido estar ante el Granada de tan sólo siete días antes.

El gol de pichichi del equipo al poco de comenzar la segunda parte fue mucho más que un gol y bastante más que el tanto que valía tres puntos. Dicho gol de Javi Guerra vino precedido de una asistencia de Nauzet Alemán. Aquel día, tiempo en el que estaba patente el peor Pucela de la temporada, ambos futbolistas sacaron sus propios repertorios para hacer respirar a una afición muy dolida. La asistencia de Nauzet Alemán y el gol de Javi Guerra en Huelva fueron el comienzo del mejor Pucela de Abel Resino y es que desde aquel 12 de febrero el Real Valladolid demostró tener potencial y un fondo de armario que ni Antonio Gómez ni el propio Resino habían utilizado.